Introducción
Las culturas ancestrales de los diversos pueblos Andinos han presentado
un permanente desafío práctico y teórico a las
concepciones del supuesto desarrollo histórico, lineal y ascendente de la
humanidad, propias de la modernidad eurocéntrica, que
las habían condenado a la inexorable superación o
extinción, como vestigio caduco de lo arcaico
y supervivencia de lo atrasado.
En esta singularidad de lo supuestamente arcaico y atrasado en la
teoría, pero que aparece empíricamente vigente, aparece la necesidad actual de
la humanidad por diseñar nuevas formas de
conocimiento y comprensión que cuestionen, permitan
des-construir y superen los pilares hoy en crisis de la civilización hegemónica.
Es esa necesidad múltiple, integral, la que genera condiciones
materiales objetivas que permiten mirar como
vigentes y acuciantes los saberes alternativos de otras culturas que emergieron de manera paralela, separada y distinta, que
llegaron a ser altamente desarrolladas. Aunque
en ella existían relaciones de dominación y conflicto, éstas eran de un carácter muy diferente a las de Europa occidental y ocupaban
un lugar secundario bajo la hegemonía de
principios de regulación social que aunaban la justicia
social y ambiental como soporte de la armonía y equilibrio del mundo y el
cosmos.
En el presente escrito, en su
análisis, se trata explicar la razón concreta, material, estructural,
histórica, por la que las realidades americanas y específicamente la cultura
andina, no pueden ser comprendidas realmente cuando
se estudian e interpretan con las ideas y métodos nacidas en y para otras
realidades, ya que en ella se generaron
consecuentemente órdenes sociales y
estructuras culturales igualmente únicos e irrepetibles.
Se explicitan además, los principales obstáculos que dificultan la reconstrucción de las
culturas ancestrales andinas. Entre ellas se mencionan: la
subjetividad investigativa y la visión euro centrista de la cultura andina, la
"leyenda negra" de la cultura andina; la falsa dicotomía de tener que "elegir" teóricamente
entre distintas concepciones de la cultura andina y la distancia
cronológica hacia atrás, por la cual los conceptos actuales pierden
significados y utilidad en la medida que se investigan realidades ajenas a la
actualidad.
En la presente monografía tiene como objetivo, “Analizar la cultura
ancestral andina desde la perspectiva de su desarrollo histórico inédito y los obstáculos epistémicos que dificultan su estudio y
reconstrucción. Para lo
cual me he propuesto dos objetivos específicos:
1.- Analizar la originalidad de la cultura andina y 2.- Identificar y analizar las dificultades
epistémicas de la cultura andina que
dificultan su estudio y reconstrucción.
Es imprescindible que se estudie
a la cultura andina desde su especial particularidad y se trate a nuestros
pueblos originarios como un “otro”, diferente, creador de conocimiento legítimo y
útil, en imprescindible diálogo horizontal con el
conocimiento occidental moderno. Se debe utilizar una metodología que rompa con
las dificultades epistémicas de la cultura andina construyendo una aproximación
de conocimiento más real y útil, aunque más compleja
y difícil.
I.- La originalidad de la
cultura andina
"Andino" viene de
"Andes", que es el nombre que recibe el sistema montañoso de millones
de años de formación y antigüedad, que atraviesa el continente suramericano,
desde Venezuela y Colombia en el norte hasta la Antártica en el sur.
"Andes" tiene su origen en el antiguo aymara "Qhatir Qullo
Qullo": "Montaña que se ilumina" (por la salida y puesta del
sol); y que los españoles redujeron únicamente a "Qhatir", el cual
castellanizaron como "Antis" y finalmente "Andes". Se trata
de una cadena interminable de cumbres, la más larga del mundo con 7.500
kilómetros de largo, con un promedio de 4.000 metros de altura sobre el nivel
del mar, superando en muchos puntos los 6.000 metros. Hace de columna vertebral
simbólica del continente, omnipresente, diversa y común, de norte a sur, de
océano a océano, conectando de una u otra forma todos los actuales países,
fundiéndose en los actuales Perú y Bolivia con el Amazonas en una fuerte
identidad andino-amazónica. Privilegiado observatorio natural astrológico y
escenario de permanentes y cíclicos sacudimientos telúricos, con inevitables
consecuencias mítico espirituales y religiosas en los pueblos que
milenariamente los habitan. En torno a los Andes surgieron los primeros y
sorprendentes órdenes sociales y estatales, abarcando amplios territorios de
varios de los países actuales suramericanos.
El origen
de lo inédito
No existen pruebas serias de la
llegada a América de seres humanos luego de que se cerrara el llamado
"Puente de Bering" que unió
por congelamiento Norteamérica y Europa hace once mil años, ni existen pruebas
contundentes que permitan concluir que los pueblos americanos tuvieron
contactos con pueblos de otros continentes hasta la llegada
de los europeos en el siglo XV, salvo excepciones como la de la
exploración vikinga en Norteamérica en
el siglo X y las evidencias de exploración china en Latinoamérica seis décadas
antes de la llegada de los Europeos[1].
El aislamiento de América y sus poblaciones de todo contacto significativo con
las poblaciones de otros continentes del planeta, a partir de alrededor de once
mil años atrás, luego de que el mar cerrará el llamado "Puente de
Bering", determinó que los seres humanos desarrollarán una interacción
única e irrepetible con los medios geográficos, climatológicos y zoológicos
específicos de esta región, una evolución socio cultural diferente, paralela e
independiente, de las desarrolladas en otras partes del planeta. Esta es la
base de la originalidad, del carácter inédito de la denominada prehistoria
americana, al punto que no se emplea la periodización tradicional de la
prehistoria usada en otras partes del mundo, sino una específica adecuada a la
realidad arqueológica del continente, planteándose una teoría y metodología
también específicas para el estudio de la prehistoria en América, ampliamente
aceptadas y usadas.[2]
Del mismo modo, las primeras civilizaciones de América se desarrollaron de
manera aislada, paralela pero independiente, del resto del
planeta durante miles de años[3], que materialmente hubo de generar
consecuentemente órdenes sociales y
estructuras culturales igualmente únicos e irrepetibles. Esta es la base de la originalidad, del
carácter inédito, de la denominada prehistoria americana, al punto que para
su estudio no se emplea la periodización tradicional
de la prehistoria, ni la metodología, usadas
en otras partes del mundo, sino unas específicas y adecuadas a la realidad
arqueológica del continente.
La periodización adecuada y más
consensuadas para su estudio y comprensión es la de tres grandes
horizontes panandinos, es decir, órdenes sociales estatales que abarcaron
territorios de varios de los países actuales de Suramérica: Temprano (Chavín),
Intermedio (Tiawanaku) y Tardío (Tahuantinsuyo). Pero que no son correlativos y
consecutivos, sino que están interrumpidos por períodos intercalados de
predominio de la fragmentación en numerosos órdenes sociales de carácter
regional y local, limitados a pequeñas porciones de territorio. Se les llama
dos grandes "intermedios". En coherencia con los principios básicos
de flexibilidad y adaptación que inspiran a todas las culturas y comunidades
andinas, éstos horizontes e intermedios, obedecían a periodos de aumento de
hielos en las cumbres andinas que imponían, como mecanismo de adecuación, la
formación compleja y contradictoria de ordenes sociales que, siendo estatales,
jerárquicos y con relaciones de dominación, conflicto y violencia, conservaban
sin embargo los principios fundamentales de la reciprocidad / redistribución
social comunitaria a gran escala,[4]
y el equilibrio armónico con el medio ambiente. Subyacentemente, existe una
continuidad cultural que por miles de años sostuvieron, bajo diversas formas
políticas, cientos de diversos pueblos andinos que permitió desarrollar un alto
grado de conocimiento agro astrológico, matemático geométrico, arquitectónico,
hidráulico, simbólico comunicacional, y cultural.[5]
El Tahuantinsuyo, último ciclo
panandino bajo la administración de los
incas, es sólo una pequeña y última parte de esa continuidad y acumulado milenario, que fue el que conocieron los
invasores europeos, como señala Flores Galindo: Sólo con la invasión europea
se interrumpió un proceso que transcurría en los marcos de una radical
independencia…los incas… realizaron desde el Cusco una expansión rápida pero
frágil.[6]
II.- Dificultades
epistémicas de la reconstrucción de la cultura andina
La re-construcción seria y
rigurosa de la cultura andina, ancestral y permanente hasta hoy, presenta
enormes dificultades de entrada, de carácter epistémico, es decir, desde dónde,
desde quién, y cómo, se busca conocerlas, re-construirlas, pensarlas. En primer
lugar, se trata del esfuerzo adicional, lleno de riesgos, que implica
re-construir lo que ha sido descalificado, negado, invisibilizado y silenciado,
tanto teóricamente como en la práctica histórica, por las formas de
conocimiento y de pensar hegemónicos. El "otro" que se busca
re-construir, en este caso lo andino, fue considerado una forma de barbarie, de
ignorancia, de estado de naturaleza, casi al borde de lo no humano.
Podemos diferenciar una serie de
obstáculos que dificultan la reconstrucción de la cultura andina entre
las cuales podemos señalar:
a.- La
subjetividad investigativa y la visión euro centrista de la cultura andina
La visión de la
cultura andina, durante siglos, ha
obviado dos aspectos que son
fundamentales en su interpretación y análisis:
- que
hasta quien se considere el más objetivo especialista está prisionero de
sus experiencias, de los valores dominantes de su sociedad, de las
tradiciones, de los estereotipos de su entorno. La mirada es
predominantemente eurocéntrica de la historia;
- que
cualquier teórico y/o académico que se aproxima a cualquier disciplina sea
del ámbito que sea, y de forma especial en las humanidades, lo hace desde
la perspectiva de su ámbito cultural, nacional o ideológico y establece
una elaboración teórica según esos valores. Por lo tanto, nadie es
independiente; el teórico y/o académico se puede aproximar más o menos a
la objetividad, pero nunca a la independencia.
La perspectiva eurocéntrica tiene su sustento en la
imposición ideológica y de un sistema de dominación que considera la idea de la
“civilización occidental” como el único modelo civilizatorio mundial al
cual todas las demás civilizaciones
deben subyugarse a él. Occidente justifica las nuevas formas de colonialismo,
olvidando que su conquista fue posible a
la fuerza a la violencia
organizada y no por la superioridad
valórica. De esta manera, el tema de los derechos humanos se ha transformado en el caballo de
batalla para criticar los sistemas políticos, económicos, sociales y culturales
que Occidente no comparte.
Muchos de los registros
históricos que quedan, y a los cuales está obligado a recurrir cualquier
estudio, son en sí mismos visiones tergiversadas, coloniales, negadoras.[7] Peor aún, aunque se ha contado con la
permanencia de muchas comunidades andinas, las propias estructuras teóricas y
analíticas desde las que inevitablemente se miran y estudian corresponden a las
de esa razón hegemónica y negadora en la que se ha formado académicamente desde
hace siglos a los investigadores, tendiendo a reproducir esa ceguera y sordera
epistémica, como lo señala Quijano: “Aplicada de manera específica a la
experiencia histórica latinoamericana, la perspectiva eurocéntrica de
conocimiento opera como un espejo que distorsiona lo que refleja”.[8]
Europa usa su propio patrón civilizatorio para "medir" a otras
realidades. Y de acuerdo a ese patrón
el mundo latinoamericano es sencillamente “salvaje.
Jorge Hegel, monumento del pensamiento alemán
plantea que,.. el pueblo de los americanos no es susceptible
de ninguna forma de civilización e incapaces de gobernarse están condenados a
la extinción[9].
Habla, sin apelación a nombre de la humanidad, diciendo que son pueblos "sin historia".
Pueblos en casi puro "estado de naturaleza". Y como la
naturaleza, sometibles, explotables. Consta detalladamente en los registros de
Archivo de Indias en España, que, sólo entre 1503 y 1660, 18.5000 kilos de oro
y 16 millones de kilos de plata fueron saqueados de América y llevados a
Europa. Los indios fueron repartidos en "encomiendas" como una nueva
moneda corriente. "...lo mismo es dar a uno quinientos pesos y myll de
renta... a dárselos en yndios que lo renten por vía de encomienda..." (Autos
de repartimiento. 1569). Y en las encomiendas se realiza la obra
civilizatoria. La enseñanza de la sanguinaria disciplina laboral en la
explotación intensiva de minerales y plantaciones. La importación de
enfermedades inéditas e indefectiblemente fatales para el sistema inmunológico
de los pueblos indígenas, tales como la malaria, la viruela y el sarampión. El
uso acostumbrado de perros salvajes, del garrote y de la carga a degüello con
la espada para mostrar a los díscolos las inapelables verdades del catolicismo.
Muerte se volvió equivalente de conquista… cualquier establecimiento español
comenzaba con edificar una horca… las enfermedades se propalan con los barcos y
sus ratas, los virus llegan incluso antes que la hueste de Pizarro.[10]
A la destrucción de los territorios y los
cuerpos, se sumó la de los espíritus. Se trató de la alucinante
"extirpación de idolatrías". Sólo en el siglo XVII, al menos tres
grandes campañas de extirpación de idolatrías aterrorizaron a los pueblos y
comunidades de la actual sierra peruana. ¿Cuáles son los instrumentos a los
que recurren quienes combaten a la idolatría? … la cárcel y la escuela.[11]
Los siervos del señor, obispos inquisidores Juan de Zumárraga de México, famoso
por su "amor a los indios", y Diego de Landa de Yucatán ejecutaron
"autos de fe", donde se procesó, sometió a tormento, colgó y quemó en
la hoguera a miles de indígenas, cientos de ellos niños, encabezados por el
cacique de Tezcoco, Carlos Chichicatécotl. Se destruyeron 5.000 esculturas, 13
altares, 197 vasos, y 27 "códices" mayas, pergaminos con su
particular escritura. Todos únicos en su especie. De incalculable, irreparable,
valor cultural. Pedazos de un universo humano completo perdidos
irremediablemente. En Brasil, se prohibieron las cosmovisiones Umbanda, Yoruba,
Candomble, Santería; y la "capoeira", forma de combate de los
esclavos angoleños, camuflada de danza para evadir el control esclavista,
devenida en profunda expresión espiritual libertaria, fue prohibida y
severamente castigada. Tras la rebelión encabezada por Tupac Amaru II y Tupac
Katari, en los actuales Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, Venezuela, Chile y Argentina,
donde se estima que llegaron a morir en las masivas represiones al menos 50 mil
indígenas (algunos autores estiman hasta 100 mil), los españoles torturaron y
masacraron a todos los parientes del inca revolucionario hasta en cuarto grado
de consanguinidad. Atacaron la centenaria estructura de liderazgo de los
"curacas". Prohibieron la enseñanza del quechua y sus obras
teatrales, la investigación sobre los incas y hasta la novela "los
Comentarios reales de los incas" de Garcilazo.[12]
Se ordenó la destrucción de las indumentarias indígenas. Y hasta de los
"quipus", sistema milenario de cuerdas de lana o algodón con nudos de
colores y trozos de maderas, que registraban la matemática y la técnica de
memoria histórica de esa civilización que aseguraba los derechos sociales a
todos y vivía en sagrada armonía con el universo; conceptos tan inescrutables
para los europeos como los propios quipus. Prohibidos del quechua, quedaba
terminante negado también que los indios aprendieran a leer y escribir el
español, y se abrogó todo privilegio económico a las élites nobles indígenas.
Arrancarles la piel social y la memoria. Ser olvidados, analfabetos y pobres,
ese sería el castigo de un pueblo entero.[13]
b.- La
"leyenda negra" de la cultura andina
Luego tenemos la
llamada "leyenda negra" de la cultura andina, tergiversaciones
y distorsiones realizadas sistemáticamente con el objetivo político de
justificar la invasión y saqueo como obra "civilizatoria" frente a
bárbaros, salvajes e inhumanos, obstáculo difícil de salvar. Bajo la
inspiración del mismo virrey… se propaló una visión del pasado andino… con la
finalidad de justificar la conquista. Toledo enroló para este proyecto a
Sarmiento de Gamboa, autor de la "Historia Indica" en esa crónica… en
el discurso toledano: los incas eran idólatras, convivían con el diablo,
ejecutaban sacrificios humanos y, por último practicaban la sodomía.[14]
Se construye así una estructura sutil de descalificación, legitimada como
conocimiento válido, sustentada en la autoridad de la "historia",
asumida como la "verdad", naturalizada como "realidad",
indiscutible, "oficial". El colonialismo, como hecho histórico,
significó la formación de nuevas identidades en América Latina, así en
trescientos años las muchas identidades de diversos pueblos y culturas,
quedaron reducidas a una identidad racial inventada por los colonizadores:
indios, adjetivo deshumanizador, lleno de todo lo negativo.[15]
c.- La
falsa dicotomía de tener que
"elegir" teóricamente entre distintas
concepciones de la cultura andina
Posteriormente , está la falsa
dicotomía, que aparece casi como reacción refleja ante la falta de estudio
riguroso, de tener que "elegir" teóricamente entre una concepción de
la cultura andina como "repetición de lo mismo", caso particular de
leyes universales de toda la humanidad, u otra donde es una especie de
"paraíso" perfecto, sin relaciones de dominación, conflicto y
violencia. Se evade de este modo, el arduo trabajo de reconstruir y reconocer
con rigurosidad una realidad que no es ni una ni la otra, sino diferente, con
relaciones de dominación, conflicto y violencia, pero que son inéditas y
originales y no reductibles a las supuestamente universales.
Reaccionando ante la violenta negación y descalificación histórica, hay
quienes llegan a la idealización acrítica del pasado, en este caso de la
cultura andina, ajena y contraria al esfuerzo
de reconstrucción auténtica, rigurosa y útil; sirviendo a veces de base a una
visión indigenista totalitaria, de base filo racista,
y que pretende incluso una posición de privilegio,
excluyente y sectaria, en una nueva estructura jerárquica de relacionamiento
hacia los demás pueblos y actores sociales. Más
ideológico que serio y sistemático, entre las interpretaciones “satanizadoras”
o idealizadoras”, ambas coloniales, del Tahuantinsuyo.
d.- La
distancia cronológica hacia atrás, por la cual los conceptos actuales pierden
significados y utilidad
Tenemos además, el obstáculo que
representa siempre, la distancia cronológica hacia atrás, por la cual los
conceptos actuales pierden significados y utilidad, en la medida que se
investigan realidades hacia atrás en el
tiempo. Conceptos como economía, productividad, desarrollo, educación y muchos
otros, que hoy nos parecen naturales y evidentes, pierden todo significado
antes de la época moderna incluso en la misma Europa, como lo ha señalado
contundentemente, entre otros, Iván Illich.[16]
Reflexiones
finales
Estos obstáculos y condicionantes coloniales
epistémicos imponen el esfuerzo incesante de autorreflexión crítica. Exigen un
doble trabajo simultáneo de descolonización, de las fuentes de las que se
estudia y de las matrices de conocimiento que habitan al investigador y con las
que éstas son pensadas. Conjuntamente, exige un principio de prudencia y
des-prejuicio, evitando al máximo posible concepciones analíticas a priori que
arriesguen a perder la autenticidad, complejidad y riqueza de realidades
inéditas y únicas, en tanto totalidades aisladas, paralelas y autónomas en su
dinámica histórica respecto de las hegemónicas. En suma, se trata de encontrar
nuevas estrategias de conocimiento que no sean en sí mismas estrategias de
dominación y colonialidad. Re-construir con rigor de autenticidad la cultura
andina representa de hecho una traducción de un mundo a otro, del andino al
occidental moderno, con la dificultad de que uno de los mundos ha estado
largamente negado y silenciado y ha de traducirse su silencio, buscando en el
camino el mecanismo de traducción que garantice la mínima e irrenunciable horizontalidad
entre ambos. En ese sentido, y más allá de la vigencia y aporte que de hecho
representa la cultura andina, la descolonización del saber que implica su
re-construcción, su recuperación y reivindicación como un "otro"
creador de conocimiento, legítimo y útil, en dialogo horizontal con el
conocimiento occidental moderno, resulta en sí mismo un ejercicio de
emancipación intelectual y de ética de la responsabilidad, un proceso de
renovación de las estrategias de conocimiento y de la política. En términos
históricos, se trata de la cultura andina como símbolo de la negación, la
exclusión y el sufrimiento humano, fundamentado y justificado a partir de haber
impuesto como "universal", en última instancia por la violencia, la
razón de una realidad particular, local y específica, la de la modernidad
occidental europea. Pero también como símbolo de emancipación integral,
justamente, a través del esfuerzo de descolonización epistémica.
Se deben redoblar esfuerzos para facilitar esta tarea histórica, la de descolonizar
el saber, desaprender
la colonialidad, dar su lugar a nuestros pueblos originarios como un “otro”,
diferente, creador de conocimiento legítimo y útil,
en imprescindible diálogo horizontal con el
conocimiento occidental moderno. Encontrar otras formas de entender lo “otro”,
que permitan su descripción y análisis en lo
que de hecho eran y son, más allá de trampas políticas
universalistas y negadoras, por un lado, o idealistas y justificatorias, por
otro. Una exigencia de descolonización
epistemológica que supere la polaridad de la satanización
o el fetichismo de las culturas ancestrales y diferentes, en este caso la
andina, construyendo una aproximación de conocimiento
más real y útil, aunque más compleja y
difícil, en el amplio y desigual terreno que se extiende entre aquellas
visiones extremas y fáciles.
Crear condiciones para facilitar este movimiento de descolonización
epistemológica y ética para recuperar de manera útil los acervos culturales de los
pueblos del mundo constituye una tarea teórica
de primer orden político, que ya está en marcha, pero insuficiente todavía, a la que se deben destinar esfuerzos, conscientes
de que estos nuevos o renovados enfoques
éticos necesariamente deben ser incorporados en el proceso de tránsito y
superación civilizatoria.
Bibliografía
- De la Vega, Gracilazo. Comentarios reales
de los Incas. Fondo de Cultura Económica. Lima, Perú. 1991.
- Flores Galindo, Alberto. Buscando un Inca:
Identidad y Utopía en los Andes. Instituto de Apoyo Agrario. Lima,
Perú. 1987. Pág. 292.
- Illich, Iván La crítica radical de la
empresa escolar. En: Opciones N° 13. Suplemento de El Nacional, México
1992.
- Lajo, Javier Qhapaqñan.La ruta de la
sabiduria7 1/a Edición, Amaro Ruma,Lima 2005
- Milla, Carlos. Genésis de la cultura andina. Amaru
Wayra. Perú. 2008.
- Quijano, Aníbal. Colonialidad del Poder,
Eurocentrismo y América Latina. En: Edgardo Lander (Ed) La
Colonialidad del Saber: Eurocentrismo y ciencias sociales-perspectivas
latinoamericanas. CLACSO. Buenos Aires. 2000.
- Romero, María. Movimientos sociales en
América Latina. El regreso a los tiempos del Inkarri. Portal de
Estudios en Comunicación y Periodismo (Pecyp). 2007
- Shady, Ruth. La Ciudad Sagrada de Caral –
Supe en los albores de la civilización en el Perú. Editorial de la
Universidad Mayor de San Marcos. Lima, Perú. 1997.
- Todorov Tzvetan. La conquista de América, el
problema del otro.1987 siglo XX
editores, primera edición España.
·
Varios autores. La ciudad sagrada de Caral-Supe:
los orígenes de la civilización andina y la formación del estado prístino en el
antiguo Perú. Instituto Nacional de Cultura. INC y Proyecto Especial
Arqueológico Caral-Supe. Lima, Perú. 2003.
Documentos:
·
Módulo
3.- Poblamiento, desarrollos regionales y evolución socio cultural en Suramérica. Diplomado en Historia,
Geografía y Ciencias Sociales de Suramérica. Segunda versión.
·
Módulo 4.- El surgimiento inédito y original de la civilización en Suramérica.
Diplomado en Historia, Geografía y Ciencias Sociales de Suramérica. Segunda versión.
[1] Está probado que en 982 los
Vikingos comenzaron la exploración de Groenlandia en el extremo norte de
América pero su penetración en el continente no fue significativa ni
permanente. Y lo mismo ocurre con evidencias de exploraciones chinas entre 1423
y 1428.
[2] En 1958,
los arqueólogos norteamericanos Gordon Willey, de extendido y profundo trabajo
en Suramérica, y Philip Phillips plantearon una teoría y metodología específica
para el estudio de la prehistoria en América, incluyendo una periodización
cronológica de etapas que actualmente es ampliamente aceptada y usada. Ellas
son el "Lítico", "Arcaico" y "Formativo".
[3] El caso
más notable es el de Caral, en el actual Perú, civilización tan antigua y
desarrollada como las de Mesopotamia, Egipto y China, pero la única en el mundo
que por mil años no muestra evidencia de ejército, policías ni guerra,
basándose su estructura social diferenciada en el bienestar común y la función
crucial para ello de los sabios ("amautas") agro astrológos,
matemáticos y arquitectos. Shady, Ruth. La Ciudad Sagrada de Caral – Supe en
los albores de la civilización en el Perú. Editorial de la Universidad
Mayor de San Marcos. Lima, Perú. 1997. Varios autores. La ciudad sagrada de
Caral-Supe: los orígenes de la civilización andina y la formación del estado
prístino en el antiguo Perú. Instituto Nacional de Cultura. INC y Proyecto
Especial Arqueológico Caral-Supe. Lima, Perú. 2003.
[4] … las huestes de Pizarro… venían de una Europa sometida al flagelo de
las periódicas crisis agrarias… les asombra la existencia de tambos y sistemas
de conservación de alimentos a esos hombres que si bien poseían el caballo y la
pólvora, dejaban un continente de hambre, donde las deficiencias alimentarías
eran constantes. Flores
Galindo, Alberto. Op. Cit. Pág. 34
[7] En el
caso del Tahuantinsuyo, se trata de al menos 18 cronistas tempranos españoles,
y 3 cronistas incas pero ya asimilados en buena medida a la mirada europea, que
constituyen fuentes obligadas, pero que imponen la revisión crítica de sus
miradas, mediadas por objetivos prejuicios y malinterpretaciones culturales.
Rostworowski, María. Op. Cit. Pág. 54.
[9] Kant, Emanuelle, citado en
Romero, María. Movimientos sociales en América Latina. El regreso a los
tiempos del Inkarri. Portal de Estudios en Comunicación y Periodismo
(Pecyp). 2007.
[12] De la
Vega, Gracilazo. Comentarios reales de los Incas. Fondo de Cultura
Económica. Lima, Perú. 1991. Se trata de la obra escrita por un cronista indio
de la colonia (llamado el inca) en 1605 y 1613, que constituye, a pesar de
distorsiones coloniales (escribe en Europa y para el rey de España) un rescate
importante de la historia del Tahuantinsuyo.
[13] Jiménez, Ricardo. El largo
parto de un pensamiento propio. Historicidad y generalización ahistórica en
América Latina. RUTA – CCB Bolivia – Centro de
[16] Illich,
Iván La crítica radical de la empresa escolar. En: Opciones N° 13.
Suplemento de El Nacional, México 1992.