LA ESCUELA CENTRO DE LA SOCIALIZACIÓN Y
EL APRENDIZAJE
La
escuela es ámbito esencial de socialización, al lado del ámbito comunitario y familiar. Es en el espacio del aula en donde se cristaliza formalmente una acción comunicativa entre profesor y alumno
mediante el encuentro dialógico que busca un proceso de enseñanza y aprendizaje consensual y democrático. Pedagógicamente este proceso se constituye como una de las formas de socialización humana a través de la mediación del lenguaje cognoscitivo. Y a nivel de comunicación horizontal entre los alumnos pueden surgir otras formas de socialización como son el amiguismo, el pandillerismo, que pueden devenir en formas patológicas de socialización que antes
de producirse como estados de anomia se presentan como fenómenos de `perdida de legitimación o de pérdida de motivación. Si no son detectadas y subsanadas a tiempo pueden generar
peligrosas “patolologìas del
mundo de la vida”.
La idea de aprendizaje no solo implica informar, sino sobre todo significa formar vía una acción comunicativa dialógica
entre profesor y alumno,
para
llegar
a
un entendimiento intersubjetivo de carácter participativo. Informar es instruir, formar es educar. Ambos se complementan: son líneas paralelas de socialización del educando,
pero sin causar brechas con respecto del ámbito amplio del mundo de la vida. Como
sostiene algunos educadores el principio de una “educación para la vida”1
Esta socialización educativa tiene dos formas: una espontánea y otra sistemática. La primera es la
que se ejerce por obra exclusiva de la sociedad, pues constituye un
proceso libre de dirección y de pautas, en el cual el individuo elige aparentemente lo
que le agrada, lo que debe, puede, lo que le interesa o quiere hacer desenvolviéndose
de acuerdo con sus inclinaciones y preferencia. Lo cual no significa que pueda eludir el ambiente social que lo va modelando indirectamente, subliminalmente, sin pausa y sin término. En esta socialización espontánea la atmósfera cultural del mundo de la vida juega un papel primordial, Esto es lo que se denomina la “escuela de la vida”.
En cambio la educación sistemática es aquella que se realiza planificadamente desde el estado
que ha diseñado un sistema educativo
de
acuerdo a intereses
de
una racionalidad
política.
El magisterio es
un
agente
de cambio.
Cada
maestro
es representante de la
sociedad
y
de una cultura determinada. Cada
educando representa a su hogar, a su familia
en la escuela, constituyéndose en sujeto de su socialización-individualización: en
la escuela se
forma
como
persona
y
como ciudadano, amparado por un patriotismo constitucional, tal como lo plantea 2
Considero que el maestro
cumple una
función fundamental
en los
proceso
de cambio, él
debe poseer un mayor caudal de conocimientos y tenerlos siempre a disposición. Enseñar es más
difícil que aprender porque enseñar significa para un auténtico maestro dejar a prender a los educandos respetando su libertad, buscando proponer
y
no
imponer
autoritariamente
su sabiduría. Para
ello
es necesario desburocratizar el proceso pedagógico, optando por procedimientos consensuales de regulación de
conflictos.
El
trabajo del maestro en el aula, produce a menudo la impresión de
que es un simple transmisor de conocimientos que se encuentran en los textos, que no se aprende nada de él. Este prejuicio, por lo general, es falso, pues el aprender no debe ser entendido como la simple
obtención de conocimientos útiles orientada hacia el éxito. Eso es instrucción pero no educación. El maestro posee respecto de los alumnos, como único
privilegio, el que tiene que aprender mucho más allá que ellos; a saber tiene la virtud de dejar
aprender.
Los docentes tienen hoy en día una misión preponderante ante la educación del hombre contemporáneo. Se pueden sintetizar
los desafíos del maestro en: aprender a observar,
aprender a pensar y aprender a hablar y escribir.
Se
trata de aprender a observar poniendo en juego todo interés de la conciencia, con mirada indagadora y crítica. Esto significa que el maestro debe enseñar a aprender a observar a sus alumnos más allá de lo meramente fáctico, superando la inmediatez de los acontecimientos que, por su obviedad muchas veces nos quitan la perspectiva necesaria para aclarecer el sentido de los hechos. Se trata de poner la conciencia en un constante estado de alerta ante los problemas cotidianos
que asedian
al hombre en
esta hora de incertidumbre posmoderna y violencia generalizada.
No
se trata de educar para formar grandes pensadores, sino que el hombre común y corriente tenga la
posibilidad de argumentar lógicamente sobre
el estado de la
circunstancia histórica que le ha tocado vivir, y para que asuma responsablemente su conciencia histórica. “Lo gravísimo de nuestra época es que todavía no pensamos ni un ahora, a pesar de que el estado del mundo da cada vez más que pensar…. Tal vez sea el caso que el hombre en lo que lleva de existencia, ya hace siglos, ha obrado mas
y
pensado menos” 3
Si bien cierto que Habermas
no
habla
de
la educación ni de la
filosofía de la
educación, su argumentación acerca de una racionalidad centrada en
la acción comunicativa, permite un abordaje sustancialmente
más real
y
complejo de las prácticas comunicacionales y educativas.
El
giro pragmático lingüístico proporciona una base teórica y normativa para la comunicación, en cuanto a capacidad de
interacción social y simbólica común a todos los hombres. Esta conceptualización profunda, a priori de la razón, proporciona otra
concepción de la racionalidad, que permite superar la disociación moderna teórica-práctica, proporcionando la idea de praxis, como construcción subjetiva y social.
Además, se
encuentran en
la interpretación y el
entendimiento
las
nociones sustantivas
de
la comunicación como soporte del
hecho educativo, pretendiendo explicarlos y justificarlos.
Al
situar la comunicación en el centro mismo del proceso educativo, el aprendizaje a través del dialogo se considera el eje vertebrador de aquellas prácticas educativas que aspiran a promover procesos de emancipación social y personal.
La racionalidad o el
aprendizaje
instrumental no deben desvincularse de la racionalidad o
el aprendizaje
comunicativo, si pretendemos promover
prácticas sociales y educativas basadas en el conocimiento de la realidad, en el entendimiento mutuo y en la transformación social.
De los profesores tiene que partir la construcción de una nueva filosofía de la
educación que enseñe a pensar a los alumnos, atendiendo a lo que hay que pensar y repensar
de la realidad nacional.
El
hablar y escribir, el leer y escribir trasciende el hecho de alfabetizar. Pues a través del habla y de la escritura lo que se manifiesta es el ser del hombre; mediante la oralidad y la escritura se expresa el pensar de la gran memoria colectiva del mundo de la vida y sentido a cualquier intento de
modernización. El maestro, al enseñar a aprender a observar, a pensar, a
hablar y escribir, deviene en el gran artesano de la historia de las mentalidades.
1 Habermas, 1971 Teoría y praxis .Madrid: Taurus
2 Habermas(1984 ) Ciencia y Técnica como
ideología. Madrid: Taurus
3 Heidegger
(1964) ¿Qué significa pensar? Buenos aires: Editorial Noba