lunes, 22 de diciembre de 2014

Juventud divino tesoro.


Juventud divino tesoro.

Juventud divino tesoro.
El vivir es divino.
divino es vivir.
el tesoro del país está en la juventud.
vivir es morir de a poco.
De a poco se muere.
Donde esta mi país?








Voces ajenas lugares extraños,
voces , sentimientos , extraños lugares .
sentimientos , voces sin expresarse.
lugares extraños, voces con sentimientos.
voces sin expresarse buscan lugares extraños.
murallas con sentimientos,voces ajenas.
voces sin expresarse encuentran la pared.


El estado y la violencia

Costado Departamento Provincial de Educación, Colchagua. San Fernando
Fotografía: M.CintyaB.G.

Los jóvenes sienten la necesidad imperiosa de comunicar aquello que los medios imperantes, no atienden. Ante la imposibilidad de ser escuchados, las paredes reciben el rasgar de sus plumones para gritar al transeúnte. 
Las Murallas de San Fernando se transforman en páginas, cual libro abierto de declaraciones, que muestran el verdadero pensamiento de una juventud ausente que empuja por ser presente.
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“El estado cuestiona el uso de la violencia, pero no tiene problemas, en usarla cuando ve afectados los intereses de los poderosos”
“Todo Estado está fundado en la violencia”, dijo Trotsky en Brest-Litovsk […] La violencia no es, naturalmente, ni el medio normal ni el único medio de que el Estado se vale, pero sí es su medio específico.
Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violencia física legítima. Lo específico de nuestro tiempo es que a todas las demás asociaciones e individuos sólo se les concede el derecho a la violencia física en la medida en que el Estado lo permite. El Estado es la única fuente del ‘derecho’ a la violencia.
El Estado, como todas las asociaciones políticas que históricamente lo han precedido, es una relación de dominación de hombres sobre hombres, que se sostiene por medio de la violencia legítima. Para subsistir necesita, por tanto, que los dominados acaten la autoridad que pretenden tener quienes en ese momento dominan. ¿Cuándo y por qué hacen esto? ¿Sobre qué motivos internos de justificación y sobre qué medios externos se apoyan esta dominación?
“En principio existen tres tipos de justificaciones internas, de fundamentos de la legitimidad de una dominación. En primer lugar, la legitimidad del ‘eterno ayer’, de la costumbre consagrada por su inmemorial validez y por la consuetudinaria orientación de los hombres hacia su respeto. Es la legitimidad ´tradicional’, como la que ejercían los patriarcas y los príncipes patrimoniales de viejo cuño. En segundo término, la autoridad de la gracia (carisma) personal y extraordinaria, la entrega puramente personal y la confianza, igualmente personal, en la capacidad para las revelaciones, el heroísmo u otras cualidades de caudillo que un individuo posee. Es esta autoridad ´carismática´ la que detentaron los profetas o, en el terreno político, los jefes guerreros elegidos, los gobernantes plebiscitarios, los grandes demagogos o los jefes de los partidos políticos. Tenemos, por último, una legitimidad basada en la ‘legalidad’, en la creencia en la validez de preceptos legales y en la ‘competencia’ objetiva fundada sobre normas racionalmente creadas, es decir, en la orientación hacia la obediencia a las obligaciones legalmente establecidas; una dominación como la que ejercen el moderno ‘servidor del Estado’ y todos aquellos titulares del poder que se asemejan a él.”
Extracto de una conferencia ofrecida por
Max Weber ante la Asociación de Estudiantes
de Munich, durante el invierno de 1919.

El cambio educativo y la mejora escolar desde el contexto de la supervisión



El cambio educativo y la mejora escolar  no son responsabilidad sólo de los profesores innovadores sino también de los supervisores  que los asesoran e impulsan con su práctica profesional. La atribución de nuevas responsabilidades a los establecimientos escolares obliga a que los sistemas de apoyo externo y los profesionales que los integran (asesores, formadores, supervisores, inspectores...) acomoden sus funciones a la nueva situación e inicien métodos de trabajo y prácticas profesionales novedosos.
Desde esta primicia abordaré la temática del cambio educativo y la mejora escolar.

“Ningún cambio será más fundamental (para la mejora de la educación escolar) que una Amplía expansión de la capacidad de los individuos y de las organizaciones para comprender y abordar el cambio». Michael  Fullan (2002

Durante la década de los 60 y 70 tanto en Estados Unidos como en Inglaterra se pensaba que para que una escuela mejorara, bastaba con aplicar los conocimientos de investigaciones o experiencias exitosas en otras escuelas mediante el simple traspaso o difusión de estas ideas a los docentes.

Existía un patrón común que se desarrollaba fuera de las escuelas y se transmitía a ellas desde arriba, siguiendo el modelo IDDA (Investigación – Desarrollo – Difusión – Adopción). Los actores escolares e implementadores de estos cambios jugaban un papel muy pasivo y limitado en el proceso. Se creía que lo importante era la innovación en sí misma, olvidando que los profesores y equipos directivos pudieran tener o no la capacidad para innovar, olvidando su disposición y punto de vista ante el cambio. El resultado de este tipo de intentos de mejora escolar, pese a los recursos invertidos, fue bastante malo.

Las lecciones que trajeron estos fracasos dieron lugar a proyectos que consideraban las características de los centros educativos y de sus actores para poner en marcha procesos de cambio. Se comprendió que la forma en que se lleva un cambio a la práctica, no una buena idea en sí misma, determina en gran medida la respuesta (resistencia/aceptación) por parte de los centros educativos y que es la cultura de los centros educativos el filtro por el cual las propuestas de mejora pueden llegar a la escuela. 

En Chile por ejemplo la Ley de Subvención Escolar Preferencial es un ejemplo de política educativa que se nutre de estas influencias, ya que a diferencia de varias iniciativas anteriores, sitúa al centro educativo como protagonista de su mejora.)

Desde la perspectiva cultural, el cambio educativo se construye en un proceso de mediación – interacción entre las propuestas de innovación y el conjunto de creencias, disposiciones y actitudes del profesorado y del centro educativo que van a condicionar en gran parte, el funcionamiento de la innovación en los contextos importantes de cada centro educativo. (Olson, 1982).

Fullan (1991) advierte que en “realidad, las reformas educativas llegan a ser lo que los profesores son capaces de hacer en la práctica con las mismas”

Cuando hablamos de cambio, nos estamos refiriendo a un proceso, no a un proceso puntual en la vida de la organización, en su conjunto, y cada uno de sus miembros van a aprender nuevos modos de pensar y actuar. (Fullan, 1990). El cambio como mejora en una institución educativa no ocurre de forma automática e inmediata, ni tampoco consiste en realizar acciones puntuales e innovadoras de cuando en cuando. El carácter del proceso conlleva el desarrollo de determinados pasos o etapas de mejora a lo largo del tiempo, a través de los cuales el centro educativo va realizando ese aprendizaje que le permite ser y funcionar de un modo distinto a cómo venía haciéndolo.

El cambio en los centros educativos habrá de ser una tarea colectiva que conlleve a mejorar la actividad de las aulas y, sobre todo, a mejorar las dimensiones organizativas que inciden ya sea directa o indirectamente, en la enseñanza: las relaciones de coordinación, el clima, la cultura escolar, etc.

Esta es una consideración importante porque pone de manifiesto que el propio centro educativo el que ha de ser sujeto de cambio. Ello significa que ha de pensar en el cambio escolar como un proceso de capacitación  no sólo de las personas que trabajan en la institución, sino también del propio centro como tal. Porque el cambio no sólo es implantar, el cambio ha de ser un contexto y espacio para que el centro educativo aprenda a desarrollar capacidades nuevas, de modo que pueda ir modificando su propia cultura con vistas a configurarse como una organización capaz de aprender procesos continuos de mejora.

La escuela como organización será sujeto de aprendizaje, y es ella la que ha de ir desarrollando nuevos valores, creencias y normas que posibiliten que todos sus miembros se comprometan con dinámicas de renovación y mejora.

El cambio no es sólo una cuestión de procedimientos y técnicas; el cambio en la escuela comporta un compromiso ideológico, requiere una fundamentación reflexiva y deliberada sobre qué cambiar, en qué dirección, para qué; requiere también un determinado clima que propicie la disposición de indagar, reflexionar, replantear, descubrir...La cuestión  no es sólo hacer cosas nuevas por el hecho de que sean novedosas. Todo cambio conlleva, entre otras cosas, definir claramente la filosofía y metas del cambio, y en definitiva, ha de suponer un compromiso ideológico con determinados valores y modos de hacer las cosas dentro del centro educativo.

El cambio educativo y la mejora escolar  no son responsabilidad sólo de los profesores innovadores sino también de los supervisores  que los asesoran  e impulsan con su práctica profesional. . La atribución de nuevas responsabilidades a los establecimientos escolares obliga a que los sistemas de apoyo externo y los profesionales que los integran (asesores, formadores, supervisores, inspectores...) acomoden sus funciones a la nueva situación e inicien métodos de trabajo y prácticas profesionales novedosos.

Michael Fullan (2002) [1]ha sintetizado nueve lecciones básicas que surgen de este nuevo paradigma del  cambio dinámico, considerando las creencias  tanto por los docentes y la supervisión  y que deben ser tenidas en cuenta por la  supervisión escolar:
1. No se puede mandar lo que las escuelas  tienen que hacer.
2. El  cambio en educación supone un avance hacia algo que es parcialmente  desconocido e implica incertidumbre y necesidad de aprender continuamente.
3. Los problemas son inevitables en los procesos de  cambio y sólo a través de ellos es posible encontrar nuevas soluciones.
4. La previsión detallada de todo lo que va a implicar el  cambio tiene el riesgo de no acertar en la previsión.
5. El individualismo y el colectivismo deben tener igual poder. La colegialidad y el aporte  individual deben caminar juntos.
6. Ni la centralización ni la descentralización funcionan de forma independiente. Las escuelas  y los supervisores se necesitan mutuamente y deben mantener una continua negociación.
8. Las Instituciones escolares deben mantener conexión con su comunidad escolar y con su entorno.
9. Los responsables de las innovaciones educativas y de la mejora de las escuelas  son todos los que están implicados en su funcionamiento, también los  administradores y supervisores.
Los procesos de transformación y la atribución de nuevas responsabilidades a los establecimientos escolares, obliga a que los sistemas de apoyo externo, los supervisores educacionales, acomoden sus funciones a la nueva situación e inicien métodos de trabajo y prácticas profesionales acordes a las exigencias actuales.

La calidad de la supervisión escolar está orientada a ayudar y asesorar a los equipos técnicos comunales  y escuelas, a ejercer un liderazgo democrático, a establecer fuertes lazos morales con los miembros de la comunidad donde se desenvuelve y a evaluar los resultados de los logros obtenidos en busca de alcanzar en forma efectiva los objetivos propuestos, creando las condiciones adecuadas de acuerdo a las necesidades educativas.

El cambio en la supervisión
El cambio fundamental de la supervisión en este sentido, es la de transformarse  de repetidores de las política ministeriales, portavoz educativo y director ejecutivo en un [2]sistema relativamente homogéneo a otro en el que predomina la negociación y el tratamiento de conflictos entre diversos grupos e intereses.

El objetivo final de la supervisión escolar es mejorar los procesos de enseñanza/aprendizaje y el funcionamiento de las escuelas. Ejercer una supervisión orientada a la consecución de la mejora supone priorizar el desarrollo de la función de asesoramiento y apoyo a las escuelas y al profesorado para conseguir crear en los establecimientos escolares unas condiciones organizativas, sociales y culturales que faciliten el desarrollo de propuestas de innovación y cambio. 

El modelo de asesoramiento colaborativo.
El asesoramiento en educación se perfiló en torno a dos grandes modelos: el modelo de intervención de expertos y el modelo de colaboración de facilitadores. En el primero, que es funcional a la implantación de cambios externamente diseñados, la legitimidad y autoridad del asesor se basa en el dominio de cuerpos específicos de conocimientos externos a la escuela, mientras que en el modelo de facilitación/colaboración, que se centra en el desarrollo institucional o en la reconstrucción interna de cambios externamente inducidos, que opera sobre la base de esquemas de relación cooperativos, se privilegia la dimensión de los procesos de cambio y la formación profesional que posibiliten compromisos de automejora.

El asesoramiento entendido como colaboración y apoyo a los procesos de cambio que, como protagonistas, encaran las escuelas y los profesores, guarda coherencia con una gestión del cambio que tienden a fortalecer la profesionalización y la autogestión del cambio. Este tipo de asesoramiento implica el desarrollo de procedimientos claramente diferentes del expertismo. Tres principios de procedimientos pueden resumir las características del modelo de asesoramiento colaborativo: a) “trabajar con” las escuelas y profesores, en vez de intervenir sobre ellos; b) más que aplicar, desarrollar y c) constituirse como mediación/enlace entre el conocimiento pedagógico acumulado y los profesionales que trabajan en él.

El asesoramiento colaborativo trabaja en la construcción de visiones múltiples que reflejen la complejidad de los puntos de vista en juego y en la promoción, a partir de una actitud problematizadora y reflexiva, de una mejor comprensión de las necesidades, los acuerdos y las alternativas para el cambio.

Por último, la formación profesional, la investigación sobre la propia práctica y el acceso a experiencias provenientes de otros contextos que pudieran resultar significativas no son prácticas separadas del asesoramiento. Por el contrario, un asesoramiento de carácter colaborativo contiene y articula estos procesos esenciales que caracterizan su labor.

El asesoramiento que el supervisor proporciona a los centros y al profesorado debe entenderse fundamentalmente como una función educativa, formativa y de capacitación; como un proceso relacional en el que trabaja en colaboración con ellos y con otros agentes educativos utilizando el conocimiento disponible para la resolución de problemas institucionales que tengan que ver con la práctica educativa y su mejora. Esta concepción sitúa el asesoramiento externo en un contexto de dinamización, implicación, participación y colegialidad.

Asesorar se convierte en un proceso de mediación dialéctica que contribuye a hacer reflexiva e investigadora la práctica educativa, un proceso de facilitación de relaciones críticas y reflexivas entre el conocimiento disponible sobre educación y los contextos y problemas concretos de los centros y de los profesores que son quienes tienen el papel fundamental en la modelación de la práctica educativa y en la construcción de conocimiento desde ella.

“El asesoramiento de colaboración es un proceso interactivo que permite a grupos de sujetos con diversos grados de conocimiento generar soluciones creativas para la resolución de problemas definidos mutuamente” (West e Idol, 1987)[3]

Este estilo de supervisión pretende que las escuelas se vayan convirtiendo en  comunidades profesionales de aprendizaje interactivas y responsables. La supervisión puede influir de manera determinante en la mejora escolar y para ello se ha de trabajar de manera colaborativa. En este sentido  menciono algunas estrategias colaborativas en que la presencia de la supervisión, tiene gran relevancia:

Ejercer un liderazgo democrático y comunitario
El liderazgo debe ser concebido como una función que  puede ser desempeñada por diferentes personas que, con una función de servicio a los demás[4], deciden trabajar para que las instituciones  escolares alcancen más altos niveles de satisfacción y de desarrollo
Estimular y apoyar los programas y planes de innovación o mejora

Numerosos estudios demuestran que el  cambio educativo en las escuelas raramente se inicia sin un mediador y que los supervisores juegan un papel significativo en el inicio de los proyectos de  cambio  tanto en los que son externos a las escuelas como en los internos. El supervisor tiene la responsabilidad formal de estimular y apoyar el cambio  por lo que se puede afirmar que debe jugar el papel  de agente de  cambio.
Capacitar a los directores y jefes técnicos de las escuelas  y liceos  para la gestión del  cambio.
La práctica totalidad de los estudios realizados  sobre eficacia escolar muestran que tanto el liderazgo primario (supervisor) como el secundario son factores clave en mejora de las escuelas. En consecuencia, el primer ámbito de intervención de la  supervisión escolar es el asesoramiento orientado a la dirección escolar. No debe olvidarse que todas las escuelas que progresan y mejoran tienen al frente a un director capacitado para dirigir la mejora y el  cambio.

Además es muy importante instalar competencias en los  jefes técnicos de los liceos y escuelas, que permitan una efectiva gestión curricular.

El objetivo final de la supervisión escolar es mejorar los procesos de enseñanza/aprendizaje y el funcionamiento de los centros. Ejercer una supervisión orientada a la consecución de la mejora supone priorizar el desarrollo de la función de asesoramiento y apoyo a las escuelas y al profesorado para conseguir crear en los centros escolares unas condiciones organizativas, sociales y culturales que faciliten el desarrollo de propuestas de innovación y cambio.

Este estilo de supervisión pretende que los centros escolares se vayan convirtiendo en comunidades profesionales de aprendizaje interactivas y responsables. Los establecimientos educacionales  tienen capacidad para mejorar por ellos mismos siempre que tengan las condiciones adecuadas. Por tanto, es responsabilidad de las instancias externas realizar las intervenciones y proveer los medios necesarios para que dichas condiciones se hagan realidad. No debe olvidarse que, si la supervisión escolar no contribuye de forma planificada a promover el desarrollo de los centros, está contribuyendo por defecto a su estancamiento.

“La labor de los responsables administrativos consiste fundamentalmente en ampliar las habilidades y el conocimiento de las personas que forman parte de la organización, creando una cultura común de expectativas acerca del uso de esas habilidades y conocimientos, uniendo todas las piezas de la organización en una relación productiva mutua y evaluando a los individuos por su contribución al resultado colectivo” (Elmore, 2000)[5]

En sisntonía  con lo que hemos aprendido  de Fullan, hemos llegado a reconocer que, si bien desde la política educativa se pueden implantar cambios, éstos no llegan a formar parte viva de las escuelas para convertirse en mejoras si no se sitúa al profesorado en un papel de agente de desarrollo curricular capaz de provocar un desarrollo organizativo interno de las instituciones escolares. Los cambios educativos, por tanto, tienen que generarse desde el exterior mediante la asesoría  externa (Supervisión  ministerial) y sobre todo desde dentro y capacitar a la escuela  como conjunto para desarrollar su propia cultura innovadora: incidiendo en la estructura organizativa y laboral, rediseñando los contextos laborales y las funciones, o potenciando la toma de decisiones y el desarrollo institucional u organizativo. O lo que es lo mismo, implicando al profesorado en un análisis reflexivo de sus prácticas.

No resulta posible lograr el cambio educativo mediante la suma coordinada de esfuerzos individuales por muy excepcionales que pudieran ser. Lo que no quiere decir, que la excepcionalidad docente de los profesores y profesoras como individuos, sea el mejor punto de partida para la capacitación del equipo. El equipo educativo no es una suma de individuos sino una realidad organizativa construida en las interacciones de carácter profesional entre sus miembros.

En definitiva hemos de enfrentar los procesos de cambio sin miedos, con ilusión y pensando que toda la vida es un cambio dirigido hacia el crecimiento y la mejora. Y, visto desde esta perspectiva, ¿por qué no embarcarse en nuevos proyectos?




BIBLIOGRAFIA


Sergiovanni, T. J. y Starrat, R. J. (1983): Supervisión: Human perspectives. Nueva York:
McGraw-Hill Book Company.

Siroknit, K.A. (1994). La escuela como centro del cambio. Revista de Educación.

Margarita Zorrilla Fierro, "La supervisión escolar en el centro de una gestión institucional renovada", en Cero en conducta, núm. 38-39, año 10, México, enero-abril, 1995

 Roberto Pascual, "La gestión educativa ante la renovación y el cambio", Narcea, Madrid,

Díaz, Ángel. (1999). Perspectivas de la Supervisión Escolar como Ámbito de
Mejoramiento de la Calidad y la Equidad de la Educación Básica.

Uhia, Agustín. (1961). Dinámica de la Supervisión. Colombia: Librería Voluntad.
West e Idol, 1987)[1] School consultation (Part I). an interdisciplinary perspective on
theory, models, and research. Journal of Learning Disabilities,
Luis H. Navarro N. “Asesoría técnica a las escuelas y liceos: análisis y elementos de propuesta para una política”. Agosto de 2002 Revista Digital UMBRAL 2000 – No. 10 – Septiembre 2002  www.reduc.cl
Luís Navarro y  Sonia Perez. La supervisión técnico pedagógica en Chile .Instituto internacional de planeamiento de la Educación .BOLETIN 1

Bolívar, A. (1999): Cómo mejorar los centros educativos. Barcelona: Síntesis.

Bolívar, A. (2000). Los centros educativos como organizaciones que aprenden. Promesa y realidades. Madrid: La Muralla.

Domingo, J. (coord.) (2001) Asesoramiento al centro educativo. Colaboración y cambio en la institución. Barcelona: Octaedro.

Elmore, R.F. (2000). Building a new structure for school leadership. Washington: Albert Shanker Institute. http://www.shankerinstitute.org

Escudero, J. M. y Moreno, J. M. (1992): El asesoramiento a centros educativos. Madrid:
Consejería de Educación y Cultura de la Comunidad de Madrid.

Fullan, M. (2002): Los nuevos significados del cambio. Barcelona: Octaedro.
Fullan, M. (2002): Las fuerzas del cambio. Explorando las profundidades de la reforma
educativa. Madrid: Akal. Profesorado, revista de currículum y formación del profesorado, 6 (1–2), 2002

Rodríguez, M. M. (1996): El asesoramiento en educación. Archidona: Aljibe.
Santos, M. A. (2000): La escuela que aprende. Madrid: Morata.




[1] Michael Fullan (2002) Fullan, M. (2002): Las fuerzas del cambio. Explorando las profundidades de la reforma educativa. Madrid: Akal.

[2]  La supervisión se transforma en un acompañamiento real  a los establecimientos, para mejorar la gestión educativa. En la cual  la relación con las escuelas es de vital  importancia.
[3] West e Idol, 1987)[3] School consultation (Part I). an interdisciplinary perspective on
theory, models, and research. Journal of Learning Disabilities,

[4]  Los principios  básicos de  la supervisión colaborativa son a) “trabajar con” las escuelas y profesores, en vez de intervenir sobre ellos; b) más que aplicar, desarrollar y c) constituirse como mediación/enlace entre el conocimiento pedagógico acumulado y los profesionales que trabajan en él.

[5] Elmore, R.F. (2000). Building a new structure for school leadership. Washington: Albert Shanker
Institute. http://www.shankerinstitute.org

La gestión de las escuelas rurales multigrados y la presencia del MINEDUC

RESUMEN

Cuando se intenta realizar un trabajo de sistematización y racionalización en la gestión pedagógica y administrativa de la escuela rural, surgen inmediatamente ciertos problemas, que no han sido considerados por las herramientas teóricas de las que dispone actualmente la administración educacional, las que han sido pensadas para el trabajo en otro tipo de organizaciones educativas”. Cf. Blanco M. Augusto.” Reenfocar  la gestión en la escuela rural

No cabe duda que las temáticas relativas a la gestión de organizaciones escolares están cobrando, cada día, mayor relevancia en el ámbito educacional. Mucho se ha estado elaborando últimamente acerca de la importancia clave que tendría una buena gestión administrativa y pedagógica para el logro de niveles crecientes de calidad en los resultados educativos que ostenta la escuela.

Por otro lado, durante el último tiempo se han estado realizando esfuerzos para que las instituciones educativas racionalicen sus procesos de gestión y los desarrollen de una manera más técnica e informada. A este esfuerzo de transferencia tecnológica y de conocimientos han concurrido el MINEDUC y diferentes instituciones, dentro de las cuales han sido fundamentales las universidades y otras organizaciones que trabajan en el ámbito educativo.

Estos esfuerzos realizados, no han conocido distinciones en términos del tipo de organización escolar de que se trate: por igual se han perfeccionado directores de colegios completos, liceos y escuelas; tanto del ámbito urbano como del rural.

Poco a poco, la escuela ha ido haciendo suyo un modo de pensar y de proceder que toma en cuenta los factores administrativos y organizacionales como parte del trabajo educativo, no como una tarea más que se debe realizar, sino como una preocupación verdadera por mejorar los procesos administrativos, pues se reconoce el aporte que una gestión escolar de calidad puede hacer al mejoramiento de los aprendizajes de los niños y jóvenes estudiantes de nuestro país.

Sin embargo y, pese a los esfuerzos en capacitación y transferencia que se han estado realizando, pareciera ser que los mecanismos de gestión escolar que  en otras realidades se implementan con gran afán, no han tenido el suficiente éxito en su implantación al interior de la realidad de la escuela rural.

“Es evidente que la escuela rural presenta diversas singularidades que hacen que requiera un análisis, también particular, desde la perspectiva educativa y, para nuestro efecto, desde la perspectiva de la gestión escolar. En efecto, la escuela rural posee dos componentes clave, sin los cuales es imposible pensar un modelo de gestión de la misma que, dando cuenta de sus especificidades, pueda realizar procesos de desarrollo administrativo y organizacional, con los resultados que se espera conseguir.” Cf. Blanco M. Augusto.” Reenfocar  la gestión en la escuela rural  ”.

 En el presente  trabajo    abordaremos aquellas particularidades propias de la escuela rural, atenderemos a sus desafíos y a las razones de lo problemática que ha resultado la implantación de ciertas herramientas de gestión en ese contexto. La participación del Ministerio de Educación  a través  de la supervisión  y de la asesoría  dependiente  de  los Departamentos  de Educación  provincial.  Finalmente, y a la luz de lo anterior, se esbozarán  algunas recomendaciones de trabajo para la utilización de herramientas de gestión en la escuela rural, que representen un verdadero impacto para el logro de los objetivos que ella misma se plantea.


         Un poco de contexto

El currículo nacional es único   para todas  las escuelas  del país  y  no  contempla la especificidad   de cada escuela, ni su contexto social ni geográfico. Todas  las propuestas  pedagógicas  y  la instalación de  modelos  de gestión   por muchos  años   no contemplaron   la realidad de las escuelas  rurales  , especialmente  de  aquellas   que tienen cursos  combinados.

El medio rural chileno es un conjunto de zonas o territorios diversos. Cada uno de ellos es un espacio geográfico con identidad, producto histórico de la tradición en que se definen particulares formas de vida.
Las escuelas multigrado de estos territorios presentan una gran heterogeneidad, lo que se traduce en experiencias educacionales diversas para los estudiantes. La estructura de sus cursos combinados plantea un desafío curricular y pedagógico mayor para el docente, que en muchos casos debe encargarse de la gestión y de la docencia de todos los cursos en forma simultánea.

Desde 1992, se ha desarrollado una propuesta pedagógica cuyos objetivos responden a la diversidad cultural, geográfica y étnica que se vive en las escuelas rurales. Se abandona el intento de homogeneizar la educación y se postula que sólo desde la diferencia específica se puede llegar a construir una educación en que los aprendizajes de los niños sean pertinentes y consistentes a la realidad de ellos, sea ésta la ciudad, el campo o las zonas más aisladas.


        Microcentros

Los microcentros se originaron en el marco del Programa MECE/BASICA/RURAL, que tuvo como foco de atención el mejoramiento de los procesos internos del sistema escolar y de los resultados de aprendizaje, a través de una nueva pedagogía. El programa, como el resto de la reforma educacional chilena, no concibió que las innovaciones educativas pudieran lograrse por decreto. Al contrario, este programa consideró que era necesario un cambio por parte de los docentes en la manera de pensar la educación y la forma en que se creaban e implementaban las políticas educativas.  Bajo esta nueva óptica se plantearon los objetivos fundamentales del Programa MECE/BASICA/RURAL, que son:

a)    Mejoramiento sistemático en amplitud, profundidad y relevancia de los aprendizajes de competencias culturales de base en los alumnos de escuelas multigrado rurales incompletas hasta con tres profesores, en torno a los ejes del dominio de la lengua oral y escrita y el pensamiento matemático.
b)    Desarrollo de la capacidad de iniciativa pedagógica y curricular de las escuelas a través de mecanismos descentralizadores efectivos.
c)    Incremento de la capacidad de emprender de los profesores en sus unidades educativas, posibilitando la innovación permanente en los procesos de enseñanza aprendizaje en las escuelas multigrado de hasta tres profesores.


La creación de microcentros representa una diferencia con la política anterior en materia de educación rural en la que no se consideraba un tratamiento especial de las escuelas rurales, salvo por el hecho de organizarlas como uni, bi o tridocentes.  Anteriormente a la creación de los microcentros las políticas educativas no consideraban el aislamiento de los profesores rurales y la necesidad de innovar pedagógicamente para cerrar la brecha de aprendizaje entre los estudiantes en las áreas rurales y las áreas urbanas.

Fundamentación, principios o cuerpo teórico que sustenta la innovación

La política de crear microcentros se sustenta en al menos tres supuestos. El primer supuesto es que la situación de cada escuela rural es diferente. En segundo término la estrategia de microcentros supone que los profesores rurales son quienes poseen el conocimiento más fidedigno y adecuado de la situación que enfrentan las escuelas. El tercer supuesto es que el diálogo entre profesores y el apoyo de los supervisores—como facilitadores más que inspectores—son necesarios para fomentar la innovación pedagógica y paliar la sensación de aislamiento. Finalmente, la estrategia de microcentros supone que el intercambio de experiencias, la capacitación docente, la innovación pedagógica y la motivación de los profesores son la combinación necesaria para mejorar los aprendizajes de los alumnos que asisten a las escuelas rurales uni, bi y tridocentes.

Propósitos de la innovación, para qué la innovación

Los supervisores del Ministerio de Educación prestan la asistencia técnica a los microcentros, pero la organización y coordinación está en manos de sus profesores integrantes. En él se diseña en forma colaborativa la innovación curricular para las escuelas de la localidad y se lleva a cabo el análisis, el seguimiento y la evaluación de las experiencias de enseñanza aprendizaje que se han realizado.

El conjunto de estas iniciativas constituye una estrategia articulada para movilizar a los actores de la experiencia escolar en una dinámica curricular proactiva que apunta a: (a) la habilitación de los niños para aprender a aprender, (b) a usar sus conocimientos y destrezas para resolver situaciones concretas, (c) a participar activamente en la construcción colaborativa de soluciones, (d) a comprometerse con los resultados de sus labores y (e) a reconocer el valor y las posibilidades de una vida agro-rural asumida con responsabilidad.

Como antes se mencionó, los profesores rurales se reúnen en los microcentros alrededor de una vez al mes.  En dichas reuniones los docentes intercambian experiencias y, basados en su conocimiento de la situación de las escuelas, generan estrategias de acción destinadas a mejorar los niveles de aprendizaje de los niños que asisten a cada una de las escuelas suscritas al microcentro.1

Al inicio del programa MECE/BASICA/RURAL, las reuniones de los microcentros se llevaban a cabo por iniciativa de los supervisores, quienes se encargaban de la organización.  Sin embargo, con el paso del tiempo, los profesores afiliados a los microcentros se apropiaron de la iniciativa y los microcentros adquirieron autonomía.
_______________
1 “Los profesores de las escuelas rurales multigrado podrán realizar una reunión técnico-pedagógica al mes, llamada microcentro, equivalente a la suma de las dos horas semanales de reunión técnica de los establecimientos educacionales con dotación completa de profesores por curso”. (Artículo 1º, Decreto 968 EXENTO

En este punto es preciso señalar que si bien la estrategia de crear microcentros deposita gran parte de la confianza y responsabilidad en los docentes, esto no implica que el Estado-en este caso el Ministerio de Educación- los abandone. Al contrario, las reuniones de los microcentros son constantemente apoyadas por el Ministerio de Educación.

Las reuniones de los microcentros, además del intercambio de experiencias, tienen dos objetivos concretos como son la planeación de la implementación de los rediseños curriculares y la formulación y ejecución de los proyectos de mejoramiento educativo.  En estas tareas el Ministerio de Educación, a través de los supervisores, apoya sistemáticamente a los microcentros mediante actividades de capacitación y seguimiento.  Cabe mencionar que el rol de los supervisores pasó de inspectoría a la facilitación de las iniciativas y actividades de los docentes, especialmente en los temas del rediseño curricular y los proyectos de mejoramiento educativo.

La implementación del rediseño curricular en las escuelas rurales requiere de una asesoría pedagógica constante para atender a los problemas específicos de cada escuela o microcentro. En este sentido, la función de la supervisión se ha transformado en un proceso de capacitación en la tarea que es desarrollada por los supervisores técnico-pedagógicos de los Departamentos
Provinciales del Ministerio de Educación. Estas actividades de capacitación se realizan periódicamente en un tercio de las escuelas y al menos en el 50% de las reuniones de microcentros.

La implementación de la estrategia de microcentros no ha estado ausente de obstáculos y dificultades. Por ejemplo, los supervisores han detectado problemas en las acciones de capacitación en los microcentros, ligadas, principalmente, a las posibilidades de los profesores para asistir a las reuniones por factores de distancia y acceso.  Asimismo, algunos  supervisores perciben que las mayores dificultades en los objetivos de capacitación de los microcentros están en la formación previa de los profesores y en su rechazo al cambio. Los profesores también han planteado algunas limitaciones relativas al funcionamiento de los microcentros entre las cuales destacan problemas de financiamiento, exceso de reuniones y poca participación del municipio en los procesos de gestión.


      Principales Impactos Del Programa

El impacto que han tenido específicamente los microcentros es un área difícil de evaluar, pues siendo parte de un programa mayor, resulta imposible aislar el efecto de los microcentros de otros componentes del programa.  Sin embargo, es posible mostrar los efectos del Programa de Educación Básica Rural y algunas de las conclusiones con respecto al desempeño de los microcentros.

Aunque resulta complejo aislar el impacto de los microcentros en la equidad, los aprendizajes y la eficiencia, sí es posible rescatar evidencia de tipo cualitativo que muestra que los microcentros han sido un aporte positivo en el trabajo de los profesores rurales. Por ejemplo, la evaluación del programa ha mostrado que el apoyo de los supervisores a los profesores es un aspecto valorado por los profesores, quienes perciben el cambio en el rol del supervisor como “orientador”, “colaborador”, “facilitador” y “asesor”, en oposición al de “controlador” antes del Programa.  Otro aspecto positivo es el fuerte sentido de identificación con el programa de parte de los profesores.  El aporte de los microcentros ha sido reconocido por todos los actores, en especial por los profesores de las escuelas más aisladas.
Especificidad Metodológica de la escuela rural

La metodología de trabajo multigrado ofrece una especificidad que, de algún modo, caracteriza la naturaleza del trabajo rural. Al menos idealmente, el estilo de trabajo en la escuela multigrado impele al profesor a tomar ciertas decisiones críticas sobre los resultados de aprendizaje de sus alumnos; decisiones que, no necesariamente requiere tomar el docente de una escuela completa: en primer lugar, el profesor debe decidir sobre la selección de contenidos que realizará para,  en segundo lugar, decidir sobre la articulación temática de esos contenidos; la que es indispensable para facilitar, en tercer término, la decisión sobre la articulación didáctica, que permitiría coordinar las actividades de todos los grados al interior de la sala de clases. 2 Estas decisiones, sobre todo la segunda y la tercera, hacen de la especificidad metodológica del trabajo multigrado un componente diferenciador específico en la labor del docente y del directivo en la escuela rural.

         Los docentes en la escuela multigrado

Lograr un adecuado trabajo pedagógico en la modalidad multigrado exige profesores capacitados para tales efectos. En ese sentido, la formación pedagógica tradicional prepara a los docentes para tener manejo en el ámbito de los contenidos de aprendizaje y en metodologías de trabajo que no siempre toman en cuenta la realidad de la escuela multigrado dentro de los desempeños que debe tener el profesor.

A éste respecto, tanto las propuestas de formación inicial de docentes como las iniciativas del “Marco para la Buena Enseñanza”, enfatizan los aspectos metodológicos, curriculares, de responsabilidad profesional y de creación de un ambiente propicio para el aprendizaje2. De aquí que sea el maestro rural quien, finalmente, debe realizar las conversiones pertinentes de un modelo que ha sido importado y adecuado a nuestro contexto educativo, sin establecer los vínculos suficientes con la realidad de la modalidad multigrado y las competencias específicas requeridas por el profesor rural3

        El rol del asesor   ministerial

El cambio en el rol del supervisor es otra fortaleza de los microcentros.  Las labores de inspección y evaluación que tradicionalmente llevaba a cabo el supervisor han sido sustituidas por acciones de facilitación y cooperación para con los profesores.  Esto ha marcado un cambio de rumbo en donde actualmente la prioridad es el mejoramiento en el aprendizaje de los alumnos, y la supervisión está al servicio de tal objetivo.  De esta manera se ha intentado poner a la administración al servicio de la escuela y no viceversa.

Para las escuelas que constituyan microcentro, la asesoría técnico pedagógica se entrega en cada microcentro y en el caso de las escuelas multigrado que no participan de un microcentro esta asesoría se entrega en alguna otra instancia definida en cada situación por los   Departamentos Provinciales.
Este programa de apoyo se centra en el desarrollo de tres focos esenciales: la implementación efectiva del currículum; la evaluación y monitoreo de los aprendizajes; y el fortalecimiento de la reflexión técnico pedagógica, fundamentalmente mediante el uso de los módulos didácticos, plenamente integrados en el área de Gestión Curricular del Plan de Mejoramiento Educativo de cada escuela._______________
2 MINEDUC: “Marco para la Buena Enseñanza”. Documento disponible en: http://www.buenadocencia.cl/
3 Cf. Durston, John: “La Participación Comunitaria en la Gestión de la Escuela Rural”. Disponible en Biblioteca Digital del CREDI – Centro de Recursos Digitales e Informáticos, de la OEI. http://www.campus-oei.org/oeivirt/partcomu.htm

La estrategia de asesoría tiene el foco puesto en fomentar la autonomía profesional de los docentes y de las escuelas, así como colaborar con el desarrollo de sus capacidades profesionales a fin de dar sustentabilidad a los logros que va alcanzando la escuela.

El programa de apoyo considera visitas anuales de asesoría técnico pedagógica del Ministerio de Educación para orientar y apoyar a los docentes de aulas multigrado en la implementación efectiva del currículum y el logro de todos los objetivos de aprendizaje.

El rol principal del asesor técnico pedagógico en el marco de este programa es proporcionar a las/los docentes orientaciones y apoyos, de carácter flexibles y adecuados al contexto.

Este apoyo debe focalizarse en implementación curricular, entregando orientaciones en procedimientos que les faciliten el uso y ajuste de los módulos didácticos, el análisis de los resultados de las evaluaciones y la reflexión técnico pedagógica permanente.
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La asesoría debe facilitar la reflexión, guiar el proceso, de tal manera, que sean los docentes quienes observen su realidad y construyan sus clases, con autonomía y pertinencia, ajustando los módulos didácticos a su realidad.

La asesoría debe promover el análisis de los resultados de aprendizaje de los estudiantes con la finalidad de mejorar la enseñanza. La información que aportan las evaluaciones permite reconocer las debilidades y fortalezas en cada asignatura y en cada estudiante y, por tanto, se pueden tomar las medidas que permitan a los docentes entregar ayuda a sus estudiantes para mejorar sus aprendizajes.


Tamaño de la Planta docente y Rol Hacia la comunidad

Cuando se está frente a una realidad de uno dos profesores por escuela, hasta un número de cinco o diez, evidentemente los dispositivos de distribución de las tareas y especificación de procesos (pedagógicos, administrativos) se tornan absolutamente singulares, sobre todo en los casos de escuelas en las que se requiere que profesor ejerza, a la vez, funciones directivas, técnicas y de docencia (sin mencionar las labores de mantenimiento y servicio, a las que muchas veces también están llamados).

Finalmente, cabe hacer notar el rol particular que ejerce la escuela rural en el medio en el que está inserta. En efecto, más allá de las vinculaciones propias con el medio que toda organización y, específicamente, toda organización escolar posee, la escuela rural ejerce un rol que va más allá de la naturaleza de los servicios que ella ofrece en tanto establecimiento educacional.

La gran tarea que la escuela rural realiza está relacionada con la construcción de puentes de comunicación y colaboración entre la cultura que proviene de un currículum mínimo para todo el país y la cultura original del sector en donde se ubica la escuela, desarrollando la capacidad única de convertir a alumnos, padres y profesores en personas “culturalmente bilingües”;4 es decir, capaces de reconocer las formas que adquiere la cultura nacional, inculturando esas formas en el conjunto de ideas, creencias y sensibilidades específicas que constituyen la cultura local, sin por ello perder de vista la riqueza que aquella posee. La escuela rural, como pivote entre la cultura nacional y la cultura local, tiene un rol y un desafío que le es particular y que no está siendo asumido desde otros ámbitos institucionales con la misma presencia, cobertura y compromiso.

De  acuerdo a  lo señalado  se  puede entender, por qué los sistemas de gestión que actualmente están siendo utilizados en el ámbito de las organizaciones educativas, deben adecuarse  para  la escuela rural, y no acomodarlos como se ha estado haciendo  desde su origen empresarial al ámbito educativo.

      La Replicabilidad de los modelos de gestión

Hoy en día, la administración educacional ha logrado consolidar un lugar dentro del espectro de disciplinas que apoyan la labor de los centros de enseñanza; tanto a nivel teórico como a nivel práctico. Prueba de ello está, por un lado, la proliferación de cursos, programas de diplomado, postítulo y postgrado en Gestión Educacional o en Gestión escolar que desde hace algún tiempo se ofrecen en el mercado del perfeccionamiento docente. Por otro lado está la importancia que ha cobrado el componente de gestión como variable estratégica en el logro de mayores niveles de calidad en la educación4

La administración educacional ha tomado modelos, paradigmas, enfoques teóricos y prácticos, herramientas de gestión de todo tipo, para convertir su espíritu (y también su lenguaje) desde el mundo de la empresa tradicional hacia el ámbito educativo. Y lo ha hecho, creemos, con un moderado éxito, aunque pagando el precio que significa, por un lado, el modificar cuerpos teóricos para adecuarlos a una realidad para la cual no fueron pensados originalmente y, por otro lado, el modificar culturalmente a la escuela (y de paso al docente) para ayudarla a asumir su necesidad de contar con herramientas más técnicas a la hora de desarrollar sus procesos de gestión, tanto en lo administrativo como en lo pedagógico.

Sin embargo, todas esas modificaciones de la teoría administrativa a la realidad educacional, poco han tomado en cuenta las especificidades de organizaciones con una limitada planta de personal, exiguo flujo financiero, escaso poder de maniobra respecto de los recursos que se tienen, muy poca injerencia en la toma de decisiones autónomas sobre recursos humanos, por nombrar algunas características del trabajo administrativo en instituciones escolares, particularmente  que dependen administrativamente de los municipios.

De este modo, las iniciativas de mejoramiento en la gestión basadas en el desarrollo del liderazgo, la creación de equipos efectivos o círculos de calidad, la reestructuración organizacional o la implementación de políticas de calidad total, por nombrar algunos intentos de “agregación de valor” a la acción educativa, no han tenido todo el éxito esperado debido, entre otros factores, a que las conversiones de esos modelos al ámbito educativo no han tomado en cuenta la especificidad de la organización escolar. De esta manera  el modelo de gestión escolar  del MINEDUC  no considera  las características  específicas  de escuelas rurales multigrado.


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4A este respecto, pueden revisarse los trabajos que el Centro de Estudios Públicos ha realizado en torno al tema de la calidad de la educación. Están disponibles en http://www.cepchile.cl/.




Quizás los mejores resultados a nivel de conversión de herramientas de gestión hacia el ámbito educativo han tenido lugar en el área de la planificación organizacional, donde los modelos como la planificación estratégica, han  penetrado, si no de la manera más técnica, a lo menos con fuerza y persistencia en el ámbito escolar. Conceptos como FODA, objetivo estratégico o plan de acción ya no son tan nuevos ni desconocidos para el sistema escolar. Otro tema es si esas herramientas se están utilizando de forma adecuada.

Todos estos escollos en la implementación de medidas más racionales en la administración de organizaciones escolares se hacen mucho más patentes cuando se intentan aplicar a la escuela rural. Ello, porque la mayoría de las herramientas de mejoramiento o cambio planificado que se están intentando traducir y utilizar en el ámbito educativo han sido pensadas, originalmente, para ser diseñadas e implementadas por equipos de personas, por líderes efectivos al interior de la organización, con plazos y responsables específicos, donde existe, al menos, una mínima variedad de dispositivos organizacionales en los cuales intervenir y con los cuales operar.

Empero, cuando intentamos implementar dichas herramientas en una realidad unidocente, bidocente o tridocente, muchos de los modelos que se pueden aplicar en colegios completos, con una gran cantidad de profesores y con procesos estructurados en equipos de trabajo, pierden grados importantes de replicabilidad.

En esta situación, los modelos de liderazgo se desperfilan (imaginemos la situación de una escuela unidocente o bidocente), la creación de equipos internos no tiene asidero en la realidad, el rediseño organizacional, como ha sido declarado en los manuales  (modelo  SACGE), se torna un tema sin sentido.

       Desafíos de la escuela rural y los microcentros

Otro elemento que debemos considerar en el análisis del componente de gestión en la escuela rural es el que dice relación con los desafíos que esta tiene hoy en día. En efecto, desde hace tiempo, nuestra educación está empeñada en mejorar sus niveles de calidad y equidad de todo el sistema; en otras palabras, tener un sistema educacional que pueda conseguir “el logro de más y mejores aprendizajes intelectuales y morales para todos”6. Sin embargo, el tema, como sabemos, no está exento de dificultades, en especial, cuando se intenta operacionalizar aquello que sea lo que la escuela y, en especial la escuela rural, requiere para lograr ese mejoramiento en sus niveles de calidad.

Una de las debilidades de los microcentros es la débil relación que existe entre el nivel conocimiento de los profesores acerca de la propuesta técnico-metodológica del programa y la aplicación en el aula de técnicas acordes a dicha propuesta. Esto representa una interrogante mayúscula con respecto a los procesos de capacitación y trabajo colegiado, pues los microcentros han marcado un cambio de paradigma en la forma de llevar a cabo la capacitación y se podría afirmar que los resultados en las prácticas de aula son similares a los obtenidos con la capacitación tradicional.  Este punto requiere un análisis más detenido para estudiar si el problema se debe a que la capacitación en los microcentros no ha funcionado como se esperaba o, por otro lado, las prácticas tradicionales y frontales en el aula son más bien el producto de inercias en la formación inicial de los profesores, en la cultura del sistema educativo y en los patrones culturales de la sociedad en general.
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6Cf. Arellano M, José Pablo: “Reforma en Marcha”. Discurso del Ministro de Educación con motivo de la inauguración del año escolar 1997. Mineduc, 1997.

El riesgo más importante que encierra la política de establecer microcentros está en que dicha medida se vea como una panacea que solucionará la totalidad de los problemas pedagógicos de los niños pobres que viven en sectores rurales. 

Aunque esto no parece ser la intención dentro de la política educativa en Chile, es necesario, de todas formas, recalcar la necesidad de trabajar en otros aspectos del sistema educativo para lograr mejorar el aprendizaje de los niños en áreas rurales.  Por ejemplo, es necesario mejorar la formación inicial de profesores, ofreciéndoles contenidos y formación relacionados con los problemas concretos que encontrarán en las áreas rurales.  Es imperativo también invertir más recursos en los sectores más necesitados para asegurarse de satisfacer las necesidades alimenticias y de salud de los niños y niñas, de manera que lleguen a la escuela en condiciones físicas aptas para el aprendizaje.  Dentro de la escuela se requieren materiales didácticos y espacios de trabajo dignos.  En resumen, los microcentros son una herramienta valiosa pero no la solución a la compleja problemática social de los sectores rurales y su impacto en la escuela.

Atención al Contexto socioeconómico , familiar y Comunitario

La escuela rural no debe olvidar el contexto socioeconómico en el que está inserta. Las más de las veces, es un contexto deprimido económicamente, con apoderados que trabajan por temporadas o pequeños parceleros que desarrollan una actividad económica de subsistencia; con alumnos que, a la vez, son trabajadores o jornales y con familias que elaboran diversas estrategias de abastecimiento para la satisfacción de sus necesidades más básicas. Un error en el que puede caer la escuela rural es el de justificar los resultados educativos que obtiene, en referencia exclusiva a la depresión socioeconómica del contexto. Otro error es querer convertirse, por sí sola, en un foco de desarrollo productivo y social para la comunidad cercana. Si bien, ambos errores pueden incluir en sí algo de verdad y razón, es importante que la escuela rural, antes de que inicie una operación efectiva en su entorno, analice de manera realista toda la complejidad del mismo y, desde allí, sus posibilidades de acción; aquello que puede y aquello que no puede lograr en el ambiente en el que ella se ubica.

De éste modo, el contexto socioeconómico es determinante Por ello, se hace urgente que cada establecimiento pueda discriminar la variable socioeconómica de las otras variables sociales y educativas que determinan los resultados de la escuela; tanto en el ámbito de los aprendizajes que consiguen los alumnos como de los otros procesos sociales que ella fomenta.

La escuela rural posee una vinculación importante  con la comunidad próxima en la que está inserta; vinculación que le delinea roles y tareas específicos, que no necesariamente son compartidos con otros tipos de organización escolar. Sin embargo, a partir de esta misma especificidad surge una pregunta: ¿Por qué seguir poniendo un especial acento en el contexto familiar y comunitario en el que la escuela rural está inserta? La respuesta a esta interrogante está relacionada, a nuestro juicio, en las posibilidades que la escuela rural tiene de agregar valor a sus procesos y, finalmente, a los diferentes tipos de aprendizaje que produce. En efecto, la vinculación de la escuela con la familia y la comunidad puede ser de mutuo beneficio, cuando en ella se interviene a partir de estrategias que posibiliten, por un lado, utilizar las posibilidades que entrega el entorno en vistas a mejorar los procedimientos de enseñanza que los maestros emplean y, por otro lado, disponer del espacio educativo que provee la escuela en beneficio de la comunidad.

Atención a los Resultados de aprendizaje

La pregunta sobre aquello que efectivamente están aprendiendo los alumnos de la escuela rural se hace, hoy en día, más importante que nunca, sobre todo en el entendido que la efectividad escolar de la educación en chile está siendo puesta en tela de juicio, a partir de las últimas mediciones y comparaciones que se han realizado de nuestros logros educativos, tanto en comparaciones internas (SIMCE, PSU) como en comparaciones externas (TIMSS, IALS, etc.)7

La preocupación por la efectividad de la escuela (su capacidad real para producir los aprendizajes en la cantidad y profundidad que establece el curriculum) no sólo debe ser entendida como un constructo teórico del cual la organización escolar no tiene cómo hacerse cargo, redireccionando el problema hacia el nivel central o a otras áreas del sistema educativo. Muy por el contrario, son los maestros quienes, en primer término, deben asegurar las condiciones de posibilidad para el aprendizaje de todos sus alumnos. Ello, con un trabajo serio y riguroso en metodologías y contenidos, pero a la vez, con una persistente labor de acompañamiento cercano de sus alumnos, no sólo en lo que respecta a sus necesidades educativas sino que, y muy fundamentalmente, con un acompañamiento cercano a la persona del alumno, sus necesidades e intereses más profundos. En segundo término, es la dirección del establecimiento quien debe considerar políticas específicas y acciones concretas de mejoramiento y/o desarrollo de los logros educativos, tanto a nivel del trabajo con los profesores como en el trabajo con la comunidad, en los casos en que sea posible.

Si observamos los resultados de las mediciones del SIMCE, es claro que la variable socioeconómica está impactando fuertemente en los resultados de los aprendizajes de los alumnos. Particularmente, ese impacto es negativo en los grupos socioeconómicos más deprivados, en donde los alumnos no han logrado alcanzar el puntaje promedio nacional (alrededor de 250 puntos).

Resignificar las herramientas de gestión  disponibles

Evidentemente, no todos los modelos y herramientas concretas que la administración educacional ha puesto a disposición de la escuela rural carecen de replicabilidad o son impertinentes o irrelevantes para ese contexto. Hemos señalado ya el caso de la planificación organizacional. Otro ejemplo lo constituye el fuerte incremento que ha tenido la elaboración de proyectos (con el consiguiente uso de su metodología) por parte de los establecimientos educacionales que ven a ésta, como una forma alternativa para conseguir financiamiento y desarrollar proyectos de mejoramiento o innovación.

Sin embargo, estas herramientas, y tal vez otras, no han sido transferidas de manera adecuada a la escuela y, particularmente, a la escuela rural. Nuestra experiencia nos habla de que, muchas veces los docentes (técnicos y directivos) poseen nociones genéricas de planificación organizacional o elaboración de proyectos. Sin embargo, esas nociones no son suficientes como para elaborar, de manera técnicamente correcta, un plan estratégico o un proyecto de mejoramiento educativo. Así, cunde el desencanto cuando los planes no se concretan. Muchas iniciativas fracasan no porque detrás de ellas no existan buenas intenciones o buenas ideas, sino porque esas intenciones e ideas no han sido capaces de explicitarse en objetivos bien redactados, indicadores concretos o resultados esperados correctamente delimitados.
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7Cf. Eyzaguirre, Bárbara y Le Foulon, Carmen: “La Calidad de la Educación Chilena en Cifras” Revista Estudios Públicos, N° 84 (Primavera 2001). Ed. Centro de Estudios Públicos (CEP), Santiago.
De aquí que, un primer paso para contar con herramientas de gestión más efectivas para la escuela rural sea resignificar las que ya se poseen, dándoles un cariz más técnico, menos intuitivo y más metodológico. Resignificar las herramientas de gestión disponibles tiene que ver, desde esta perspectiva, con volver a aprender a usarlas, volver a conceptualizar aquellas nociones que se poseen, ahora con fundamentos teóricos y empíricos, para que a la hora de usarlas, logren efectivamente provocar aquello para lo cual fueron diseñadas originalmente.

Para lograr esta resignificación es importante el perfeccionamiento y, especialmente, la capacitación en aquellos aspectos que no son propios de la formación docente; y la gestión escolar es uno de esas áreas que generalmente no han sido tratadas en los programas de formación inicial de profesores

Énfasis en la Planificación y el Control de Gestión

La  planificación organizacional, en sus diversas modalidades, al interior de la escuelas es una de las herramientas de gestión que también deben ser resignificadas, , no es menos cierta que, por sus características y cualidades puede convertirse en un dispositivo muy útil para la escuela, una herramienta que favorezca efectivamente el mejoramiento en la calidad de los logros que obtiene la misma.

Ello porque, no obstante las recomendaciones que los autores realizan respecto de la conveniencia de realizar procesos de planificación que sea participativos e involucren a la mayor cantidad de miembros de la comunidad escolar, éste es un proceso que realizándose de manera técnicamente correcta, puede ser perfectamente elaborado por los responsables de escuelas uni, bi o tridocentes.

Aunque durante el proceso de planificación organizacional pudieran recibirse aportes de otros miembros de la comunidad escolar (apoderados, organizaciones locales que deseen participar, etc.), son finalmente los docentes quienes tiene la responsabilidad final por el producto que resultará del proceso de planificación y, desde nuestra perspectiva, nada obsta para que un equipo muy reducido de profesores realice un buen plan de desarrollo para la escuela, si es que cuentan con la calificación y experticia necesarias para llevarlo a cabo.

Si el proceso ha sido bien realizado y el plan fue construido correctamente, no cabe duda que, más allá del número de involucrados en su realización, las directrices que entregue y las pautas que marque deberían ayudar al logro de los objetivos propuestos por la escuela.

Sin embargo, un buen proceso de planificación no implica necesariamente que la escuela obtenga los productos establecidos en el plan. Para asegurarse de que los objetivos están siendo correctamente llevados a la práctica y que se está cumpliendo lo planificado, tanto en acciones como en tiempos, montos presupuestados, etc., es vital la realización de un correcto proceso de control de gestión al interior de la escuela.

Este proceso de control o evaluación permanente de los proceso de gestión está relacionado, al menos, con dos acciones que la escuela conscientemente debe asumir y desarrollar. El primero de ellos se refiere al establecimiento de indicadores de logro  claros y precisos para cada uno de los objetivos; el segundo, a la realización propiamente tal, del proceso de control, a través de esos indicadores.

La inclusión de indicadores de logro como referentes de evaluación para los objetivos de un plan organizacional (tanto para objetivos estratégicos o generales como para objetivos de acción o específicos) es una práctica que recién se está incorporando en las organizaciones escolares como apoyo a la realización de procesos de evaluación institucional que sean más provechosos8 En la medida en que los planes organizacionales de la escuela cuentan con la inclusión de indicadores de logro y estándares de calidad bien diseñados; es decir, posibles de ser medidos inequívocamente, para cada uno de los objetivos propuestos, la información sobre los resultados de gestión que entregue el proceso de evaluación será mucho más exacta respecto de los aciertos y  también de las dificultades que esté teniendo la escuela.

Sin entrar en detalles aquí acerca del procedimiento y metodología para la construcción de indicadores de logro y estándares de calidad es importante recalcar, de todos modos, que el proceso de construcción del plan organizacional de la escuela, cualquiera sea la orientación teórica que utilice, debería considerar un acápite para la construcción de dichas herramientas de control de gestión. En la medida en que las herramientas de evaluación institucional están presentes en el plan, éste puede confrontar los resultados esperados con los resultados obtenidos de manera más eficiente, entregando así una información de calidad que ayude a las decisiones de gestión de la escuela, tanto en el plan que se está llevando a cabo como en futuros diseños que la escuela desee realizar.

En todo caso, más allá del diseño de las herramientas de gestión que son necesarias, es importante que la escuela esté en condiciones de utilizar las herramientas creadas, en un proceso de evaluación que sea permanente y que ayude a tomar las decisiones correctas, en el tiempo preciso, como para poder corregir las desviaciones que se presenten entre el plan organizacional y la acción que se está ejecutando. En ese sentido, es imprescindible que la escuela, sus directivos y profesores, tengan conciencia de aquellos indicadores de logro y estándares de calidad que van a ser exigidos a cada una de las acciones que realice la escuela a propósito de su plan organizacional, para que el trabajo que se efectúe los tenga presentes como referente de éxito y vara de medida.

Al poner un énfasis decidido en la planificación y el control de gestión, la escuela rural está poniendo el acento no sólo en las buenas ideas que ella tiene para desarrollar, sino también, y muy importantemente, en la forma de llevarlas a cabo desde una perspectiva de calidad. La planificación es un proceso que muchas veces se realiza en la escuela sólo para cumplir con las exigencias municipales sobre el PADEM( plan anual de educación municipal) o para tenerlo como documento de apoyo “por si alguien lo pide”. En la medida que tecnificamos ese proceso, le otorgamos seriedad e involucramos a la escuela en él, puede ser un dispositivo de gestión inmensamente potente para articular a la escuela en torno a metas concretas, posibles y que redunden en un mejoramiento del servicio que entrega a sus alumnos y a la comunidad cercana.







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8 Cf. Blanco M. Augusto:  “Aplicación del Cuadro de Mando Integral en una Organización Educativa: Estudio de Caso”. Tesis para optar al grado académico de Magíster en Educación con mención en Administración Educacional. Facultad de Educación, Pontifica Universidad Católica de Chile. Santiago, 2000


Sinergia a propósito de los Microcentros

La gran oportunidad que los profesores rurales tienen para poder compartir experiencias, perfeccionarse y desarrollar proyectos en conjunto, especialmente aquellos de escuelas que funcionan con pocos docentes, es el Microcento Rural, que funciona bajo el alero del Programa de Educación Rural del Mineduc, antes conocido como MECE Rural. Hoy en día existen 656 microcentros a lo largo del país, en los que se reúnen profesores rurales de comunidades cercanas para trabajar juntos.

La importancia radical que posee este espacio de los profesores rurales es la de generar posibilidades de sinergia a través de un quehacer colaborativo de aquellos docentes que se reúnen a trabajar en Microcentros. La oportunidad de conocer otras experiencias, discutir problemáticas comunes, perfeccionarse, compartir bibliografía y metodologías es, a nuestro juicio, una variable de suma importancia en el desempeño del profesor rural, la que puede tener un impacto directo en los niveles de aprendizaje de los alumnos.

Sin embargo, el sólo reunirse, trabajar y compartir no asegura que aquellas experiencias que han resultado bien en una escuela, puedan ser replicadas con éxito en otras.
Dos son las áreas de oportunidad para mejorar el funcionamiento de los microcentros. Primero, parece necesario abrir canales de comunicación entre los microcentros y las comunidades, ya que hasta ahora la comunicación e interrelación se produce básicamente entre actores que pertenecen al sistema educativo. Segundo, de acuerdo a la evaluación existe una inadecuada distribución territorial de los supervisores con respecto al número de escuelas, microcentros y características espaciales de las distintas provincias.

La experiencia de los microcentros deja al menos dos lecciones claves. Por un lado, los microcentros cambian una tendencia de desconfianza mutua entre profesores, supervisores y tomadores de decisiones que había caracterizado a la generación e implementación de políticas educativas.  Esto cobra especial importancia debido a que los microcentros son una política que reconoce la capacidad de los profesores para proponer soluciones a los problemas. Por otro lado, la implementación de la política de microcentros pone en evidencia que el cambio pedagógico no se logra de manera inmediata y que requiere de un trabajo constante de capacitación y reflexión de los profesores para luchar contra las inercias del sistema que parecen llevar a métodos de educación frontal.

Responsabilidad por los Resultados (accountability)

Un tópico que en el ámbito de nuestra educación está siendo muy difícil de asumir, a diferencia de otros ámbitos productivos, es el de la responsabilidad que le cabe a la escuela por los resultados educativos que obtiene. Decimos que ha sido difícil de asumir porque, al ser el hecho educativo un fenómeno multi–variado, a la hora de buscar y encontrar aquellas variables que explican los magros resultados que obtiene un profesor o una escuela en particular, casi siempre se echa mano a los factores de tipo estructural, o a las características “de entrada” de los alumnos, o a la falta de recursos para utilizar medios pedagógicos adecuados. Todas las anteriores son razones muy atendibles; sin embargo, pocas veces se da cuenta de los resultados de la escuela (sobre todo cuando no son buenos) atendiendo a la responsabilidad que a ella misma le cabe respecto del éxito o fracaso escolar de sus alumnos. La responsabilidad que le cabe a los docentes respecto de su desempeño, la responsabilidad que le cabe a los directivos respecto de las estrategias que intencionan en la escuela, son factores que se echan de menos cuando se analiza el fracaso escolar al interior de la organización educativa.

Hace ya algún tiempo se viene escuchando un concepto; el de Accountability, que traducido literalmente del inglés viene a significar “responsabilidad”, pero que en el ámbito de la gestión ha tomado el sentido más preciso de “responsabilidad pública” o “responsabilidad por los resultados que se obtienen”.

A éste respecto, y siendo la escuela un agente social que debe preocuparse por los aprendizajes que alcanzan sus alumnos, es lícito preguntarse ¿Cuál es el grado de accountability que posee nuestra escuela, particularmente nuestra escuela rural? Y en respuesta a esa interrogante, no sería aventurado afirmar que esta noción no está todo lo desarrollada que sería deseable en la escuela rural.

Sin embargo, cuando una escuela es capaz de hacerse cargo de sus resultados (de forma colectiva y también personal), responsabilizarse por ellos y darlos a conocer, está dando el primer paso para encontrar aquellos dispositivos que pueden ayudarla a mejorar, a partir de una clara conciencia de su realidad, sus posibilidades y los errores que se han cometido.

De este modo, la implementación de un buen proceso de accountability cumple con tres propósitos que son cada vez más relevantes para la escuela y la comunidad en la que está inserta: Por un lado, la accountability opera como un sistema de control y es una herramienta que permite corregir errores, toda vez que la escuela hace consciente el tipo de desempeño que está teniendo, particularmente en los ámbitos pedagógico y de gestión. En segundo lugar, es un sistema de evaluación, porque permanentemente la escuela está disponiendo de información respecto de sus resultados, la  que puede analizar en términos de responsabilidad por su actuación. Finalmente, la accountability actúa como un sistema de comunicaciones, en la medida en que, tanto los resultados como el análisis de los mismos son conocidos por la comunidad escolar toda, la que debe estar implicada también en los procesos de mejoramiento y cambio9

Es importante recalcar aquí que la accountability no significa “culparse por los malos resultados” para “encontrar culpables” e implementar las sanciones correspondientes. Es, sobre todo, una herramienta de aprendizaje organizacional, en donde la escuela puede encontrar respuestas a preguntas que se viene haciendo hace tiempo pero no ha sido capaz de contestar de manera provechosa. Y, como todo aprendizaje, debe mover a la escuela a cambiar conductas, a hacer cosas que antes no podía o no sabía hacer.

Evidentemente, estas cuatro recomendaciones de trabajo que hemos realizado, no agotan la cantidad de posibilidades que tiene la escuela rural en términos de poder elegir y utilizar las herramientas que le parezcan más adecuadas a la hora de potenciar su acción con los alumnos y con la comunidad. Sin embargo, ofrecen un trazado para que la escuela sea capaz de reorientarse hacia aquellos aspectos críticos para el logro de los objetivos que se propone en tanto organización educativa. Siguiendo a Schmelkes (2001) podemos decir que:

• La escuela rural cambiará en la medida en que se fortalezca el aprendizaje. Y, en tanto sea la enseñanza la que lo permite, es necesario asegurar que los docentes posean las competencias que necesitan para enseñar de manera tal que los alumnos y alumnas aprendan. A éste respecto, la gestión directiva escolar tiene que orientar y dirigir ese proceso educativo para hacerlo posible.
9 Cf. Alvariño, Celia et als.: “Gestión Escolar: un Estado del Arte de la Literatura”. En: Paideia. Revista de Educación; Nº 29, Universidad de Concepción, 2000.

• La escuela rural cambiará en la medida en que se fortalezca su gestión. Ello dependerá de la capacidad del(los) directivo(s) de implementar dispositivos que sean eficaces en el logro de los objetivos organizacionales que la escuela se propone.

• La escuela rural cambiará en la medida en que se fortalezca la comunidad a la que sirve. La comunidad debe ser capaz de saber qué esperar de la escuela. Y, desde ese criterio de realidad, exigirle un servicio de calidad. Para ello, debe estar dispuesta a poner de su parte para que la escuela logre aquello que se propone, pero también debe exigirle cuentas respecto de su desempeño. Si la escuela rural siente que la comunidad cercana es un “beneficiario pasivo” de su acción y no un “cliente activo”, capaz de exigir calidad al servicio que ella entrega, es poco probable que esa comunidad tome un papel diligente en la responsabilidad que le cabe respecto de la educación de sus hijos10.

Así el estado de cosas, la gestión escolar en la  escuela rural pasa por un momento crítico, en donde las alternativas son claras: o se hace hija de un sistema deprivado y lleno de obstáculos, o es capaz de hacerse madre de una nueva forma de enfrentar el trabajo educativo, con mayor conocimiento técnico, con mayor responsabilidad por los resultados pero con la misma vocación de servicio a la comunidad que la ha caracterizado hasta hoy.






























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10 Schmelkes, Sylvia: “Cambiar la escuela rural. Evaluación cualitativa del PARE”. (Comentarios leídos en la presentación del libro, realizada en la ciudad de México, el 29 de Noviembre de 2000) Revista Mexicana de Investigación Educativa. Vol. 6, número 11. Enero - Abril 2001.



Bibliografía

Alvariño, Celia et als.: “Gestión Escolar: un Estado del Arte de la Literatura”. En: Paideia. Revista de Educación; Nº 29, Universidad de Concepción, 2000.
Arellano M, José Pablo: “Reforma en Marcha”. Discurso del Ministro de Educación con motivo de la inauguración del año escolar 1997. Mineduc, 1997.
Blanco M. Augusto:  “Aplicación del Cuadro de Mando Integral en una Organización Educativa: Estudio de Caso”. Tesis para optar al grado académico de Magíster en Educación con mención en Administración Educacional. Facultad de Educación, Pontifica Universidad Católica de Chile. Santiago, 2000.
Durston, John: “La Participación Comunitaria en la Gestión de la Escuela Rural”. Disponible en Biblioteca Digital del CREDI – Centro de Recursos Digitales e Informáticos, de la OEI. http://www.campus-oei.org/oeivirt/partcomu.htm
Eyzaguirre, Bárbara y Le Foulon, Carmen: “La Calidad de la Educación Chilena en Cifras” Revista Estudios Públicos, N° 84 (Primavera 2001). Ed. Centro de Estudios Públicos (CEP), Santiago.
Ezpeleta, Justa: “Algunos Desafíos para la Gestión de las Escuelas Multigrado” Revista Iberoamericana de Educación N° 15; Micropolítica en la Escuela. Septiembre - Diciembre 1997.
Schmelkes, Sylvia: “Cambiar la escuela rural. Evaluación cualitativa del PARE”. (Comentarios leídos en la presentación del libro, realizada en la ciudad de México, el 29 de Noviembre de 2000) Revista Mexicana de Investigación Educativa. Vol. 6, número 11. Enero - Abril 2001.

     MINEDUC (2012), Fomento de un clima de aula favorable para el 
     aprendizaje, material de apoyo para docentes.
     MINEDUC (2012), Guía para el Diagnóstico Institucional