sábado, 30 de junio de 2007

TRIUNFADORES

Cada hombre está llamado a buscar el sentido de su condición humana. Está llamado, a ser una experiencia única e intransferible, a vivir su condición humana de manera distinta e irremplazable. Está llamado a ser igual a otros y al mismo tiempo ser original, dotado de sus propias potencialidades, sus capacidades y limitaciones. El compromiso simultáneo con la vida de otros y con la vida propia, es la vocación humana.

Por esta vocación el hombre existe en comunidad, en busca de su misión, en búsqueda de un lugar de servicio a la sociedad que es una tarea ligada a su naturaleza. El ser uno mismo y el darse la vida por el grupo social es el desarrollo de la vocación de hombre.

La lealtad a la vocación personal es la única actitud que produce crecimiento y desarrollo maduro de la intimidad. En que la autenticidad permite la realización de su propia unicidad, una alegría permanente. De esta manera nos encontramos ante un triunfador. Un hombre que privilegia el ser uno mismo, sin entramparse en falsas pretensiones, imágenes agresivas ni manipuladoras. Que yo soy mismo es algo de lo que jamás estoy tan seguro que cuando estoy plenamente disponible - asegura JASPERS en su FILOSOFIA"- de manera que llego a ser yo mismo, por que el otro, en el curso de una lucha reveladora llega a ser también el mismo,"

Todos estamos llamados a ser triunfadores en la medida que somos fieles a la vocación. Cierto es que esta fidelidad requiere valentía, esperanza, imaginación; apoyo y presencia de otra persona, pero es una posibilidad cierta y una realidad experimentable y observable.

El hombre vive en constante situacionalidad, es decir pasa de una situación a otra. El triunfador administra los tiempos y los espacios, respondiendo adecuadamente a cada momento. Privilegia el bienestar y la dignidad de las personas con quien se comunica. Pues, la interacción constante con el otro le permite ser, y desarrollar su verdadera humanidad, como lo plantea KARL BARTH- "humanidad significa co- humanidad, y lo que no es co humanidad no es humano".

Aunque el hombre nace para triunfar, está condicionado por situaciones del medio ambiente, del entorno en que está inserto. Y es difícil hacer frente a la frustración que se experimenta, ya que ella no depende de las ideas que se manejen, si no de las condiciones, fuerzas reales con que se cuente al encontrarse con la adversidad. Aunque los triunfadores pueden sortear las dificultades, los perdedores, eluden la responsabilidad de sí mismos, comienza a flaquear la lealtad a la vocación personal.

Pero el dolor y el obstáculo, no solamente hieren y entraban. También pueden ser apoyo, fortalecimiento y guía de la vocación. Pues, existe una fuerza proveniente de la intimidad que le permite al hombre la posibilidad de trascender y de sobrepasar la desesperación.

Esa fuerza misteriosa es la "esperanza". Es la virtud típicamente humana, soporte natural de todo existir, fuerza que permanece activa cuando otras se han agotado.

Nadie podrá asegurar, ni siquiera el mas profundo decepcionado, de haber agotado todas las posibilidades y de haber perdido profundamente la capacidad de esperar. El ser perdedor tendrá que revertirse en el devenir de la vida. En ese devenir el proceso educativo ha de posibilitar que el educando se convierta en un todo, en un ser integral en sí mismo y para los demás

HERNANN NOHL, en su teoría de la Educación, plantea que" el fundamento de todo trabajo pedagógico es el comportamiento materno". Comportamiento descrito como" alegría amorosa por el pequeño ser, la sumersión en sus emociones hasta los estados físicos más ocultos. Todo ello, en su análisis, plantea que la juventud se rebela contra la autoridad de los adultos, relacionando esta autoridad con la del padre, quien representaría la norma y la exigencia objetiva, mientras que la madre simboliza el ser y la vida,.

La madre sería, el ser que se interesa por el destino de cada hombre, el ser que ha salido de sí para asumir suyo el destino de ese otro a quien señala como hijo.

La experiencia de toda madre, rebela que el ocuparse del hijo no es un sacrificio, sino una forzosidad, un proyecto existencial. Y la experiencia del hijo es que la madre es ella misma, es original, y su singularidad alcanza toda su plenitud.

Para que un hombre sea triunfador, aspire a la realización de su vocación personal, necesita " ambiente y oportunidades". Ello le permitiría ser humano, crecer, desarrollarse, formarse y educarse, además de participar en la educación de otros.

En esta perspectiva la misión de los educadores es facilitar el desarrollo de las personas. Un sistema de educación que rescate para sí a la persona, obligado a tratar como tales a todas las personas, que esté obligado a confiar sus propósitos a personas (no a métodos, planes, programas, procedimientos ni normas); que esté obligado a tener antes lo que luego espera ofrecer.

La educación no es un asunto solamente técnico y profesional, sino humano y humanizante. La educación ha de obligar a generar el ambiente adecuado en todas las relaciones propias y típicas del ámbito educacional: alumnos, profesores, jefes técnicos, directivos docentes,administrativos,supervisores,autoridades regionales,etc.Ello opera en la medida que se aspire a cierto principios y valores humanos que les valoren a sí mismos y a todos. Y especialmente, cuando quienes ostentan mayor autoridad o responsabilidad participan de tales principios y valores, y los viven cotidianamente.

Los principios y valores fundamentales que se transforman en grandes pilares para un ambiente que permita al ser humano trabajar, vivir, y ser como humano, es: ambiente y oportunidades, confianza, respeto y entusiasmo y por sobre todo amor,.

En síntesis todos seremos triunfadores si nos desarrollamos en un ambiente de confianza, respeto, entusiasmo y amor donde el ser humano ejercite su libertad, asuma responsabilidades y se sienta respaldado como persona.

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