martes, 4 de septiembre de 2012

El Hombre Americano




El origen del hombre americano y el poblamiento de América, no solo se circunscribe al estudio antropológico, Los pueblos americanos poseen características físicas distintas, como también una variedad lingüística, que ha marcado de alguna manera la tendencia de las investigaciones en torno a las culturas precolombinas.

Gran número de pueblos de América poseen rasgos mongoloides bien definidos: los pómulos salientes, el color oscuro de cabellos y ojos, la tez moreno- amarillenta o moreno-cobriza constituyen rasgos comunes a los mongoles y a los amerindios. Pero otros elementos mongoloides, tales como los ojos sesgados o la nariz respingada, no se encuentran en América. Por otra parte, se observan rasgos no asiáticos atribuibles a distintos aportes.

Es posible suponer que los primeros pobladores provinieron de Asia. Una de las olas de migraciones pudo haber traído el elemento dolicocéfalo que se encuentra desde Brasil hasta la Patagonia. Otra el elemento mongoloide con las características mencionadas anteriormente,, se destaca como como el más importante. Los braquicéfalos de elevada talla, como los que se encuentran entre las poblaciones de América del Norte, quizás pertenezcan a otra ola de inmigrantes. Se piensa que los esquimales representan el tipo más mongoloide de América.

Las investigaciones desde el punto de vista lingüístico, concluyen que en ninguna parte del mundo existen tantas lenguas distintas.; se les ha distribuido en cierto número de grandes familias lingüísticas sin que haya sido posible arribar a un resultado plenamente satisfactorio; muchas de ellas han quedado fuera de toda clasificación. Se cuenta entre ciento veinte y ciento cincuenta de estas familias.
Se ha comprobado la existencia de concordancias estructurales entre determinadas lenguas no asiáticas y americanas, pero tales concordancias no se extienden al vocabulario. En cambio, existen similitudes entre la familia hoka y el malayo-polinésico y entre las lenguas chon y el australiano. Estas semejanzas han llevado a Paul Rivet a deducir que hubo una interpretación de las lenguas americanas por una parte y del malásico- polinésico y el australiano por la otra. Lo cual implicaría intercambios entre América y Oceanía en épocas más o menos remota y, probablemente, un desplazamiento de población de Oceanía hacia América.

Se calcula que antes del primer contacto con los europeos, el continente estaba habitado por más de 80 millones en toda Suramérica. Unos 30 millones en México, 11 millones en Centroamérica, 445 mil en las islas del Caribe, 30 millones en la región de la cordillera de los Andes y 9 millones en el resto de Suramérica. Estas cifras son un tanto relativas (algunos dan cifras menores). Cuando los europeos empezaron a realizar los primeros registros, la población indígena ya había sido diezmada por las guerras, el hambre. Los trabajos forzados, y las epidemias de enfermedades introducidas por los europeos.

La homogeneidad étnica de las poblaciones americanas, alteradas únicamente por diferencias fenicas y mutaciones provocadas por la adaptación de dispares medios ambientes, presenta como testimonios biológicos. tipo de sangre A y O , gran capacidad de la piel para pigmentarse de color cobrizo; cabellos gruesos y rectos: ojos negros y semirasgados, casi nula vellosidad corporal; padrones comunes en las huellas dactilares y, propensión a contraer, en forma de verdaderas pestes, las enfermedades europeas como el resfrío, viruelas, sarampión, tifus, etc.

Pero el legado de las culturas precolombinas, va más allá de las distintas expresiones culturales de :Mesoamérica, comprendida por una gran parte de México, Guatemala , Honduras y una porción de Nicaragua.; el área circunscribe( las Antillas, los países Meridionales de América Central y las costas atlánticas de Colombia y Venezuela; El área Andina, que se extiende a lo largo de la zona de los Andes ,desde el extremo norte del continente hasta Chile, entre la cordillera Oriental y el Pacífico. El legado de los pueblos originarios es la esencia de una identidad difusa que debemos buscar obligándonos a entregarle todo nuestro reconocimiento. Reconocimiento que imploran a gritos y que tan esquivo les ha sido.




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