martes, 4 de septiembre de 2012

Representación de la dimensión de nuestros territorios geográficos

Que la historia se escribe según la versión de los vencedores es una sospecha generalizada, pero casi nadie supondría que la "exacta" Geografía también está profundamente falseada.

“No solamente es fácil mentir con mapas, es esencial", señala el experto estadounidense Mark Monmonier en su libro: Cómo mentir con mapas (How to lie with mapas.1996), donde revisa como los mapas han servido históricamente para hacer propaganda.

Desde este punto de vista me atrevo a plantear que un mapa no es más que una mirada, trazada históricamente con una carga ideológica.


La construcción de una imagen del mundo, a través de un planisferio descansa en un conjunto de prácticas institucionales, pedagógicas, culturales y políticas que al igual que diversos sistemas de clasificación de territorios y poblaciones humanas son parte fundamental de las llamadas ciencias sociales "modernas". Categorías tales como "Primer mundo", Segundo mundo", "Tercer mundo"; "Países desarrollados y en desarrollo; Modernos y tradicionales; periféricos y centrales etc., dotan de sentido interesado al espacio geográfico así representado y le confieren un determinado orden y jerarquía.

Las primeras representaciones conocidas se realizaron mediante inscripciones grabadas sobre rocas, arcilla, talladas en madera o huesos y pintadas sobre piel o tela. En ellos se representaba la realidad temporal de acuerdo al orden establecido, ya sea social, cultural, económico y epistémico.

La "imagen geográfica del mundo", tal como hoy y hace más de 400 años se nos enseña, se conoce a través del conocido Planisferio Mercator, el cual es una escandalosa representación "eurocéntrica" que nos muestra como ellos nos ven y como ellos quisieran que nosotros mismos no veamos. Imagen que es validada a través de la representación gráfica que por décadas los colegios han enseñado y que nuestras propias características de culturas conquistadas nos hacen asumir. Visión de nosotros mismos que el conquistador nos hizo sentir y que ha perdurado sin grandes cuestionamientos a través del tiempo.

La cartografía moderna se funda en parte, por el impulso originado en el vertiginoso proyecto de expansión colonial europeo. Las exploraciones hacia África y América serán un factor fundamental en la transformación de la cartografía y de la visión cristiana y tradicional del mundo.

Europa se constituye de esta forma en "norma" o "patrón" del resto de las sociedades humanas, que ahora son remitidas al "pasado" y definidas como "subdesarrolladas", "primitivas" o "salvajes". En el marco de este proceso, se instaurarán y legitimarán también sus formas locales de producción al conocimiento, de forma tal que las mismas servirán de patrón o punto de referencia para la clasificación y jerarquización de la diversidad de saberes y de sistemas simbólicos que las diversas comunidades humanas desarrollaron a lo largo de la historia. Se inicia así un proceso "de subalternización" de los saberes no occidentales.

La creación de una imagen identitaria latinoamericana sobre la base del eurocentrismo, expresado a través de la representación de los mapas actúa y se piensa desde un marco conceptual de exclusiones, que sólo genera ficciones discursivas, pues se construye sobre ausencia de seres específicos reales, poseedores de historias propias, siendo entonces una imagen-historia que sólo posee supuestos, ecos de ruidos que asemejan distorsiones de voces.

Latinoamérica es una región del mundo desgarrada. Diversificada por decisiones humanas políticas artificiales emergidas de la dominación y explotación más que una región del mundo, es un mundo de regiones, de la que sólo se puede hablar, de modo homogéneo, si subordinamos la realidad a un concepto.

Es necesario tener otras miradas, otras concepciones, otras imágenes, conscientes de la existencia de un mundo para todos y que todos tenemos nuestro mundo, el propio, no excluyente, para nada único y muchos menos impuesto. Que el mundo es uno pero son millones las miradas. Y que la geografía o la cartografía, no se reducen a una mera cuestión de orientación y ubicación en espacio geográfico, sino que sirva de base también, para la construcción de nuestra propia imagen e identidad. Imagen que va necesariamente acompañada de una perspectiva geopolítica del lugar que ocupamos en relación a los demás países y continentes que componen el globo, lugar que implica una posición de un espacio geográfico y también en el espacio histórico, cultural, epistémico y económico mundial.

"Espacio y tiempo son las dimensiones de nuestra existencia. Como base de nuestra auto-afirmación ellas tienen fuerza constitutiva y determinante para todos aspectos de nuestra visión del mundo. Su presentación imparcial y objetiva, por ende, la clave de nuestra visión científica del mundo". Arno Peters.





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