Evaluación y control.
En el campo
semántico de la evaluación aparece frecuentemente el del control. Se trata, sin
duda, de dos términos fuertemente vinculados y relevantes, aunque existen diversos
criterios sobre su relación y pertinencia.
Una dirección es la de separar las realidades que
designan en el sentido de que el control hace referencia a las acciones de
comparación y ajuste del objeto o proceso con el modelo que sirve de referente
y la evaluación a la elaboración de un juicio de valor. Otra dirección es la de
incluir la evaluación dentro del control (o viceversa). Otra más, es la de
excluir el término control del campo semántico de la evaluación, por
contaminante.
Consideramos que el término control tiene una valiosa y
acertada acepción: la que unifica los significados que le confiere la Teoría de
la Dirección y la Teoría de la Actividad que fundamentan su necesidad como
elemento consustancial a toda actividad humana, a todo sistema dirigido o
autodirigido, en tanto implica monitoreo, conocimiento, reflexión sobre
cualquier proceso y sus resultados de modo que permita la regulación del mismo.
En este sentido la evaluación se puede considerar una manifestación del
control.
De acuerdo a
Miriam González (2000), desde una perspectiva amplia e integral de la
evaluación, el control se trata como una de las funciones de la evaluación, por
las razones siguientes:
1.
La coincidencia en el sistema
operacional básico: El control al igual que la evaluación supone contrastar la
información sobre el objeto o proceso de que se trate con un modelo o sistema
de referencia que dé cuenta del mismo.
2.
La ineludible presencia de la
valoración: Toda contrastación o comparación resulta en una determinación del
grado de correspondencia o no entre el objeto y el referente; de las
desviaciones, de existir, su dirección, etc. Este resultado contiene un juicio,
una valoración, con independencia de las formas concretas en que se exprese.
3.
Tanto al control como a la evaluación
se le asocian funciones de regulación de la actividad por parte del o los
sujetos implicados en la misma; a su vez repercute sobre los sujetos
confiriendo significaciones de lo que hacen o de lo que pueden hacer.
4.
La necesidad de subrayar la dimensión
axiológica de la evaluación del aprendizaje. El término control no denota
suficientemente el aspecto valorativo, consustancial a la evaluación, lo que
vendría a reforzar la cuestionada neutralidad y la limitada noción de que los
problemas de la evaluación son puramente técnicos.
5.
El sesgo histórico del término
control dentro del campo de la evaluación educativa. Conviene recordar que este
término toma fuerza en el ámbito educativo, cuando se importa del escenario
laboral. Su contenido subraya dos ideas: la técnica y la de poder o ejercicio
de autoridad. Estas dos ideas han sido ampliamente analizadas y criticadas
desde posiciones de la denominada Pedagogía Crítica, así como por autores
excepcionalmente penetrantes que abordan la sociología de la educación
(Bourdieu y Passeron 1977); (Apple 1986); (Foucault, 1993).
En síntesis, ambos términos son válidos. Desde una
visión amplia de la evaluación, el control es una de sus funciones.
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