¿Cuáles son las teorías implícitas sobre sistema de calificación y pruebas que tiene el docente en el proceso evaluativo?
Dentro de nuestro sistema escolar, la
transformación o incidencia en el currículum que tiene lugar en la práctica como consecuencia de
la presión evaluadora hay que
remitirla a los procedimientos empleados por los profesores. Los mecanismos que desarrollan los docentes en el acto de evaluación
son tanto más decisivos, por
cuanto todas las funciones de la evaluación dependen de la que realizan éstos sobre los alumnos. Seguramente existe una
especie de desinterés colectivo para
no analizar un problema Que tanto centra las actividades de las instituciones educativas. El profesor como ser independiente,
profesionalmente hablando, recupera
su autonomía al no existir control explicito sobre su práctica, o al menos puede tener esa sensación. Como instrumento de análisis para aproximarse a los
fenómenos implicados en la mecánica
y el significado real de lo que es la evaluación, podría enfocarse el acto de evaluar, con los mismos esquemas con los que se
están analizando los
procesos de toma
decisiones del profesor, el procesamiento de la información que antecede a las evaluaciones y la utilización de
esquemas menta mediadores en su
práctica pedagógica. Al fin y al cabo, la actividad evaluar para los profesores es un acto más del proceso de enseñanza algo que,
de manera informal o formal, realizan
cotidianamente; es que llamaríamos la fase de comprobación de su enseñanza, sin excluir la recogida de información llevada a cabo en la fase
interactiva, mientras va trascurriendo
el proceso de enseñanza-aprendizaje.
La evaluación en general, la simple asignación de
una nota, calificación o apreciación de un trabajo, de un ejercicio, o de
cualquier actividad del alumno, la adjudicación de toda categoría que suponga
ubicación de una realización del alumno dentro de una escala implícita
explícita, es la expresión
de un juicio por parte del profesor; presupone una toma de decisiones, por elemental que sea, y que apoya en distinto tipo
de evidencias o indicios, tomados a través algún procedimiento técnico cuando
es una evaluación formal, o Ia mera observación informal.
La importancia de las notas y de las evaluaciones
escolares desde un punto de vista social, académico y personal para los alumnos
contrasta seguramente con la simplicidad de los procesos por los que adjudican
a los alumnos; unos procesos que tienen mucho que ver con una típica conducta
simplificada de toma de decisiones por parte del profesor.
El fracaso escolar como expresión de una evaluación
negativa está directamente ligado a cómo se realiza todo este proceso y a Ios
esquemas que intervienen en él. Incluso puede plantearse la hipótesis como hace(
Noizet et.al, 1983), de si no serán los propios procedimientos de evaluación
los responsables del fracaso escolar. La comprensión de éste exige seguirle los
pasos al proceso por el que sistema educativo o un profesor en concreto asigna
una calificación negativa, pues es el resultado de una serie de decisiones de Ios
profesores.
La literatura sobre la toma de decisiones del
profesor resalta el hecho de que éstas no
se elaboran según un modelo teórico altamente estructurado, sino que tienen mucho
que ver con las apremiantes exigencias institucionales y con las demandas que
la situación ambiental de la clase le
reclama en un momento determinado, y en todo caso como señalábamos,
considerando un reducido espectro de informaciones .Señala (Whitmer1983) que: "las
exigencias inmediatas del aula y las características de los alumnos influyen fuertemente
en la asignación de calificaciones, en el proceso de selección, organización e
inferencia de evidencia sobre la que se elabora la calificación”. Esta
circunstancia debiera tenerse en cuenta cuando se propongan, a los profesores modelos ideales de! tipo que
fuere para realizar la evaluación de sus alumnos. Seguramente las
calificaciones escolares que implican juicios de valoración sobre los alumnos,'
sobre la calidad de sus trabajos, etc. Se adjudican a partir de una información
elemental sobre el alumno tomando como punto de partida alguna percepción muy
genérica sobre su personalidad global. La participación de estos .contaminantes,
naturales del proceso de evaluación es una consecuencia del contexto de
relaciones interpersonales en el que se desarrolla la enseñanza, y lo es en
mayor medida en los niveles más elementales de educación. Otra manifestación de
la "economía" del proceso evaluador en los profesores" reside en
la comprobación de la constancia del mismo a través del tiempo, dentro de estilos
peculiares de evaluar en cada profesor, que no evita la inestabilidad de los juicios
expresados, como ya resaltarán las investigaciones docimológicas de (Pieron 1963). El comportamiento de los evaluadores
pone de manifiesto la coherencia de sus apreciaciones sucesivas sobre un mismo
alumno a través del tiempo como tendencia estadísticamente comprobada. (Caverni
et..al, 1978).
Entre la calificación, apreciación o juicio que se da a un examen o a cualquier tipo de
realización o conducta de un alumno, y esa realización, conducta o trabajo materialmente observable del
alumno existe un proceso
intermedio de
elaboración de un juicio por parte del evaluador. El esquema planteado por los
autores citados establece la interacción entre tres elementos básicos que
interactúan en el acto de evaluación: el evaluador, provisto de una memoria que contiene diversas informaciones sobre el
productor de la realización o conducta a evaluar, un producto real a evaluar, realización de un acto de comparación. La interacción implica una mediación que es la esencia del acto de evaluar, un proceso que puede adoptar
formas y procedimientos muy distintos en función de:
a)
Cuál sea el objeto
de la evaluación.
b) De
acuerdo con las características del evaluador que realiza juicio en el que ocurre el proceso de mediación.
c)
Según el modelo
de evaluación, implícito o explícito, que se utilice expresamente
o no para recoger la información.
d) En
función del contexto
inmediato en el que se
recoge dicha, información o del contexto que reclama un determinado tipo de
noticias procedentes de la evaluación.
(Bonniol 1969), refiriéndose a la valoración de
exámenes, proponen estudiar la evaluación como un comportamiento, es decir, la forma global de responder un evaluador
ante una situación de evaluación en la que se encuentra.
Estos autores han elaborado un esquema para
comprender dicho comportamiento en los profesores cuando éstos se enfrentan a
lo que nosotros conocemos como exámenes o ejercicios específicos que se valoran por algún
procedimiento. (Noizet y Cavierni 1978) aseguran que el evaluador, en esa
situación, de acuerdo con determinados criterios, extrae una serie de índices o
informaciones relevantes del trabajo del alumno, a partir de los cuales llegará
a una decisión. El comportamiento del evaluador es un acto perceptivo y
cognitivo, en el que se toman decisiones, por lo que puede estudiarse de
acuerdo con lo que la psicología puede aportar en ese terreno. Más,
considerando que la evaluación misma es ponderación de una realidad en función
de ciertos criterios. "el estudio de los procesos que conducen a la
recogida de índices -datos- debe enfocarse desde dos puntos de vista. Por un
lado, se debe explicar el proceso de recogida de esos índices. Y por otra parte
cómo las informaciones previas que tiene el evaluador influyen en la toma de
datos que se realice.
Se puede suponer que la asignación de una nota o un
juicio de evaluación se apoya en algún tipo de información que el evaluador
posee o adquiere específicamente para realizar tales juicios. En realidad,
informaciones previas se unen a las específicas cuando se expresan esas
valoraciones en las situaciones escolares más comunes. La escuela y el profesor
idean y desarrollan procedimientos para obtener datos que les capacitan para
realizar juicios sobre sus alumnos. En la adjudicación de calificaciones o
elaboración de valoraciones en general sobre los alumnos intervienen
informaciones previas, adquiridas por el profesor en el curso de la interacción
con sus alumnos, que actúan concomitantemente en el instante de realizar: el
juicio. Allal (1988) pone de manifiesto que los profesores utilizan en sus
valoraciones múltiples tipos de indicios, que varían en función del área en la
que ejercen la enseñanza. Procesos que difieren ampliamente entre los
profesores, aunque se puedan encontrar determinados patrones de comportamiento,
en general más complejos que los mínimos exigidos por las regulaciones que el
sistema impone a los profesores, mezclan datos cuantitativos de los alumnos
procedentes de pruebas diversas con otras "noticias" cualitativas que
provienen de observaciones, etc.
Whitmer (1983) y Allal (1988) han comprobado que
los profesores recogen informaciones variadas que después ponderan de forma
singular anotaciones o calificaciones en diferente tipo de situaciones
(pruebas, trabajos escritos. ejercicios, etc.) para satisfacer sus criterios de
validez. Los profesores tienen sus particulares teorías acerca del peso
relativo que tiene una tarea frente a otras, un criterio al lado de otros, etc.
Así, por ejemplo, pueden dar más peso a un test que al trabajo realizado en
casa por el alumno o viceversa. Una prueba, llamada a veces objetiva, puede ser más determinante que cualquier otro tipo
de información y, en cambio, muy poco objetiva. En este aspecto, las teorías
del profesor acerca de la validez de determinados procedimientos y formas de obtener
información de los alumnos juegan un papel muy decisivo. Al lado de indicios
relativos a la producción a evaluar, intervienen otros factores contingentes
como es el esfuerzo
manifestado por el
alumno en relación con la capacidad que se le supone, como primer criterio para
subir o bajar la calificación, la dificultad de la tarea, el
apoyo familiar, la conducta en clase, la madurez del alumno, y toda una
serie de atribuciones que realiza el profesor sobre el éxito y el fracaso
escolar, etc., intervienen en el acto de evaluar. La información considerada
queda sometida a un proceso
de selección y elaboración de la información que llevará a la emisión de un
juicio y asignación de calificación. Será importante saber qué aspecto de la
situación condiciona ese proceso y cómo los distintos sistemas de evaluar
modelan el procedimiento de obtención y reducción de la información por parte del profesor y qué
informaciones pasan a tener el carácter de relevantes frente a otras que se
desprecian. Es interesante comprobar si diferentes modelos o formas de entender
la evaluación, si distintos sistemas de calificación, etc., condicionan todo
ese procesamiento de información que es la base de la asignación de
calificaciones y juicios de evaluación, si suponen modelos diferenciados de
procesar la información. Desde luego el uso de diferentes técnicas de examen es
claro que canaliza la recogida de información sobre un alumno.
Una prueba objetiva es muy diferente
a un examen basado en la interpretación de un texto por ejemplo, no se da para
el que debe realizarlo, sino para el que tiene que evaluarlo. Creemos que es
ahí donde reside la posibilidad de mejorar realmente los procedimientos de
evaluación, actuando sobre el proceso intermedio de mediación, mejorándolo o
sustituyéndolo; lo que implica una transformación real en el funcionamiento de
la mentalidad de los profesores y no meramente la adquisición de un esquema o
modelo aprendido pero no incorporado a ese funcionamiento. Concebida de esta
forma la evaluación, según (Noizet y cavierni, 1978), se plasma en: "un
proceso de comparación entre las producciones a evaluar. y por extensión, de cualquier
conducta a valorar- con un modelo de referencia Inscrito en el marco de las
estructuras cognitivas del evaluador"
Además de producciones, como son los exámenes o
trabajos específicamente planificados para ser evaluados, podemos referir este
planteamiento a la evaluación de conductas, de actividades y asignaciones de
trabajo que cumplimenta el alumno, etc.
La memoria provee al evaluador de informaciones sobre el sujeto (o los sujetos) al que
pertenece el producto a evaluar. Esas informaciones son previas al acto mismo
de la evaluación. En esa memoria se engloban datos sobre las condiciones en que
se realizó la tarea o producción a evaluar, informaciones pertenecientes al
sujeto evaluado. etc. Dicha memoria no actúa a su vez neutralmente, sino que en
ella, según los casos, se activan determinadas informaciones filtradas por un selector de la propia memoria. El selector condiciona
aquello que se espera como posible en un sujeto (producto esperado) dentro de los productos posibles, siendo este proceso una de las operaciones cognitivas
básicas del acto de evaluación. El tipo de tarea que han tenido que realizar los alumnos condiciona los productos
posibles que se pueden esperar, así como el rendimiento- norma o rendimiento ideal que considera el evaluador es propio
del tipo de tarea o producción del alumno/s que va a evaluar. Es preciso analizar
el tipo de tareas que se proponen al alumno, porque ahí reside un indicio fundamental
de lo que se considera una "adecuada actividad de aprendizaje".
Las tareas dominantes suponen un concepto de
rendimiento ideal cuya apreciación puede quedar también implícita en la somera
comprobación de la conclusión de la actividad en sí misma. En ocasiones, el
patrón de calidad se puede extraer por indicios poco relacionados con la
cualidad de la realización. (Whitmer 1983) considera, tras un estudio basado en
la colaboración de muy diversos métodos de análisis, que la evaluación de los
profesores se apoya en la existencia de una serie de procedimientos personales,
bastante rutinarios, en los que inciden una serie de contingencias. Así, por
ejemplo, los profesores parten del supuesto de que el completar las tareas asignadas al alumno conlleva el que el aprendizaje
haya tenido lugar por el hecho de cumplimentarlas. El dato de si un alumno
cumplimenta o no las tareas es, pues, una información importante a la hora de
evaluar, algo de tanto peso, quizá, como la calidad misma de la producción. .”Analizando
nosotros, ejercicios corregidos por profesores en educación primaria, hemos
comprobado cómo el profesor/a califica con un "Bien" (B) la tarea
ejecutada por el alumno, por el hecho de que la hubiese concluido, aunque
podían apreciarse de forma evidente errores diversos en el ejercicio completado
que no habían sido detectados o al menos, no se habían señalado. Solamente la
conclusión de la tarea, independientemente del modo de realización y de la
calidad del producto final, puede ser un criterio de procedimiento importante
que utiliza el profesor a la hora de evaluar. Ese procedimiento se comportaría
como una "rutina" que agiliza y economiza el proceso de evaluación, simplificando
la recogida de información y su elaboración para la emisión del juicio "Bien".
La información, fácil de apreciar, de que un alumno concluye un trabajo se convierte
en relevante para, a partir de ella, realizar el juicio de valoración”. (Whitmer
1983).
El modelo de referencia es el separador esencial en el acto de evaluar, al convertirse
en criterio para analizar la producción o trabajo del alumno. Modelo que,
además de ser afectado por los productos esperados, queda mediatizado también
por la escala
de medida que se
utilice. En una escala de O a 10, por ejemplo, el 5 marca el punto de
diferenciación entre los que está bien y lo que
esta mal. El acto de evaluación así formalizado acaba en la expresión de
un juicio, una nota, etc., que surge de la puesta en funcionamiento de un acto
de comparación entre el producto a evaluar y el modelo de referencia.
Cualquier, acto de evaluación implícitamente supone realizar todas esas
operaciones, aunque sea de una forma bastante simplificada, rudimentaria, automatizada, sin excesivo detenimiento.
Los actos de evaluación se facilitan por la acción de esquemas de procesamiento-,
comportamiento, de los .profesores bastante rutinizados, aunque solo sea por
economía profesional.
Un profesor realiza el acto de evaluar de maneras
muy distintas pero siempre se pueden suponer esos procesos a los que aludimos
en todas ellas. Acceder a la privacidad de estos
procedimientos en cada profesor es sin embargo bastante difícil, por la sencilla razón de que la recogida de información sobre el
trabajo y la conducta de los alumnos la transformación de esa información y la
emisión del juicio correspondiente es uno de los mecanismos más decisivos en la configuración de
todo un estilo pedagógico personal, con fuertes concomitancias con el tipo de comunicación que mantiene con el alumnado. Esos mecanismos se
conciben más como
pertenecientes a la
esfera de lo
íntimo, personal y
oculto, que a la estricta faceta profesional, pública objetivable y discutible.
Y aquí reside una de las claves por las que creemos que resulta difícil modificar los procedimientos de
evaluación en la enseñanza: porque no es una simple conducta técnico
profesional, sino un complejo proceso donde se ponen en juego mecanismos mediadores con fuertes implicaciones
personales, difícilmente explicitables en muchas ocasiones para el propio
profesor.
El esquema mediador tiene fuertes proyecciones de
la personalidad de los profesores y se traduce en las relaciones que establece
con sus alumnos; es un producto de una biografía personal, de una formación, do
una capacidad de apertura o sensibilidad hacia el medio ambiente, etc. Para
contrastar por vía analógica esa situación de privacidad, piénsese en lo extraño que sería que un médico sintiese reparos
en hacer públicos, verbalmente o por escrito, los indicios sintomáticos y los criterios que le llevan
a evaluar - diagnosticar- el estado particular de un paciente. Ello se debe a
que, en esa operación, no están implicados mecanismos psicológicos tan personales, ni se halla tan
ligada esa función al establecimiento de una relación con el paciente, como ocurre con el profesor.
La emisión del juicio de evaluación sobre el alumno
en términos o
categorías simplificadas, numéricas o verbales, que pretenden resumir los juicios que les anteceden, exige llevar a cabo una reducción importante de toda la información que pueda tener sobre un alumno o sobre una tarea.
Esa reducción de
información es lo que
tratan de superar los sistemas de proporcionar informes cualitativos sobre los alumnos y sus realizaciones.
Los informes cualitativos contrarrestan
la reducción exigida por los procedimientos numéricos o de categorías verbales muy simples
("Aprobado", "Progresa adecuadamente", etc.), teniendo mucha más capacidad de información para
quien los recibe.
La propia dinámica a que se ve sometido el sistema
escolar por la presión de la sociedad y de la propia administración refuerza y
reclama ese proceso de sobresimplificación, pues pide tener clasificados a los
sujetos en categorías simples y muy reducidas, propias de la evaluación llamada
sumatíva –expresión de estados terminales- para que los
colectivos de alumnos sean globalizados como grupo y poder así discriminar
fácilmente entre los mismos, dar paso a las acreditaciones, etc.
La estadística sobre el fracaso escolar, por
ejemplo, no podría hacerse disponiendo de informaciones exhaustivas sobre los
alumnos. Las exigencias sociales y de la administración puede decirse que son
coherentes con los procesos
simplificados de recogida de información que los profesores realizan en la
evaluación. Al fin y al cabo los sistemas de valoración del saber no los han inventado
los profesores. Además, el predominio del paradigma cuantitativo como modelo de
cientificidad, que concede valor de objetividad a la expresión numérica de las
cualidades y estados de aprendizaje, cuando lo utilizan de forma espontánea los
profesores, enfatiza la reducción de la información para emitir juicios de
evaluación. Son sistemas cómodos para el profesor. La evaluación en base a
códigos numéricos en una escala simplificada, que pretende reflejar estados de
aprendizaje terminal en los alumnos, es un modelo sencillo de realizar la
evaluación para el profesor, que se ajusta, en cuanto a comodidad de manejo, a
la economía de procesos psicológicos que ocurren cuando ese profesor tiene que
realizar la operación psicológica de emitir opiniones formalizadas sobre sus alumnos.
La principal implicación de este tipo de
planteamientos e investigaciones está en hacernos tomar conciencia de la
importancia que tienen los mecanismos implícitos en los actos de evaluación que
realizan los profesores, su carácter idiosincrásico y su traslación a datos que
después adquieren un enorme valor, independientemente de las circunstancias en
que se produjeron. Pero sin olvidar que, además de las peculiaridades
individuales provocadas por el proceso mediador idiosincrásico que se pone de
manifiesto en la evaluación, puede pensarse en patrones de comportamiento
generalizables, reforzados o impuestos por las exigencias y la regulación del
sistema educativo y del currículum, junto a modelos de comportamiento difundidos por la formación inicial y
el perfeccionamiento del profesorado. En este sentido, es muy importante
analizar los esquemas dominantes de racionalización de la práctica pedagógica
que se han difundido últimamente entre los profesores: la búsqueda de la
objetividad, programar tareas ajustadas a objetivos que sean evaluables con
facilidad, ponderar indirectamente la importancia de determinados propósitos en
función de si es o no fácil contrastar progresos en los alumnos. etc.
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