Resumiremos en tres
premisas los aspectos que se deben considerar para desarrollar la evaluación
del aprendizaje en las matemáticas. Éstas se expresan de acuerdo con tres
variables fundamentales e independientes. (Pérez, 2000)
1. Una concepción de la
evaluación que busque un equilibrio en su significación, tanto para los alumnos
como para los maestros. Esto presupone:
a) Evaluación centrada en el alumno y sus
particularidades.
b) Concebir la evaluación hasta la
metacognición y aún hasta la metavaloración, considerando que la evaluación
termina cuando los sujetos implicados constatan lo que falta para cumplir el
objetivo.
2. La evaluación del
sistema de dirección del proceso docente–educativo como elemento para el logro
de un efecto sinérgico. Esto presupone:
a) Evaluar el proceso de ascensión al
objetivo y no sólo el objetivo, determinando lo que falta para lograrlo.
b) Evaluación flexible estratégica, que
siempre permite la posibilidad de mejorar una calificación.
c) Evaluación de la comprobación de la
veracidad en los resultados.
3. La evaluación debe estar
basada en un sistema de tareas. Esto presupone:
a) Evaluar a través de las unidades que
comprenden las clases.
b) Controlar las etapas de asimilación
(Vigotsky, 1979) en la consecución del objetivo final.
c) Tener en cuenta hacia dónde dirigir el
control en las etapas de asimilación, según la teoría de la formación por
etapas de las acciones mentales, que se puede consultar en Pérez (2000) y
Talízina (1992).
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